Tolerancia…- Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez #Columnista7días

Hay normas que se vuelven o son comunes para que una sociedad pueda funcionar, y es primordial que sus integrantes den cumplimiento, respeto y entronización a estas y de esto depende que cada uno sepa de sus límites que empiezan donde terminan el de nuestros congéneres, y por ello no podemos transgredirnos porque es hora de unos tragos, celebrar unos goles o estrellas, vencimos a los rivales, poseemos un artículo superior o más grande, hacemos parte de los anillos de primeras o segundas líneas, somos amigos directos de los colorados, somos de abolengos, tenemos propiedades, nos dotaron o compramos armas y mucho menos por demostrar que … nada.

Tener que vivir en carne propia la intimidación de un energúmeno reaccionario que demostrando a su pareja que supuestamente es el hombre, “chacho”, de la casa y ella sin cumplir el estar en una fila, en el sitio que le corresponde por turno o llegada tarde a la misma, se haga la inocente e intente colarse o ubicarse donde no le corresponde, detonó en respuesta a una voz de inconformidad yendo al vehículo a sacar un arma y venir a retar a quien de forma decente les solicitaba ubicarse…

Y los demás de la fila, buscando cumplir con la vacunación contra la Covid-19, se quedan en silencio, con 2 o 3 voces que piden calma, llamar a la policía o que se retiren del sitio -antes de causar una tragedia-, es la demostración que el todo vale se da en calles, sitios cerrados, hogares, centros de salud, iglesias, estadios, redes sociales y en cuanto escenario obligue a compartir.

Ahora todo se justifica, con absurdas justificaciones o interpretaciones, con acomodados argumentos para tratar de llevar las aguas hacia que es el estrés, las presiones, la falta de dinero, me cogió la tarde, tengo problemas en el hogar, fueron impulsos de momento o reaccioné así y punto. No sabemos respetar nuestros entornos o ponemos nuestras leyes a todo.

Cuando hay consecuencias graves es cuando tratamos de equiparar el comportamiento social, el civismo, a esos momentos que generan velatones, minutos de silencio, conciertos, dedicatorias, marchas, mensajes forzados o se emiten disposiciones para garantizar convivencia, las que se debieron tener como prevención por parte de los encargados y no como reacción, algo tardía, para tratar de enviar mensajes que desde la educación son los que están en códigos universales.

Y de seguro por acá aparecerán los casos que por la manía de ir en exceso de velocidad ocasionan “violencia vial” o los accidentes de tránsito, que han ocasionado unas 409 mil vidas interrumpidas, por guerras de centavo, por peleas al interior de los vehículos, por distracciones con los celulares, por juegos de los menores o factores que llevan a la intolerancia en las vías, ocasionando accidentes con inocentes, con cumplidores de las señales, con familias ejemplares, con autoridades comprometidas y llevando a que por ganar unos minutos, kilómetros o metros, en las investigaciones se concluya que entre los conductores se llegó a una absurda y falsa competencia.

Algunos pregoneros volverán a las épocas de una “discrecionalidad religiosa”, a reivindicaciones liberales -en especial a la no injerencia de espacios propios-,  de los enciclopedistas que apuntaban  a   “una  disposición  activa  o  positiva  a  controlar  la  inclinación  al  rechazo suscitado  por  las  ideas  y  prácticas  ajenas”, pero que en últimas deben ser unas líneas de conducta o comportamiento social las que nos rijan, educación puntual y no pérdida de valores.

Aceptar opiniones o comportamientos diferentes a los ya establecidos, o prevaleciendo sus principios morales, es cuando el valor moral de la tolerancia implica o conlleva a recordar que el 16 de noviembre, desde hace 26 años, la ONU estableció el Día Internacional de la Tolerancia, y que existen -entre otras- las de la tolerancia a los medicamentos, inmunológica o inmunitaria, en informática, en la industria, en la diversidad cultura, en fin buscando una comprensión mutua… en todo, erradicando los conflictos, al xenofobia, la discriminación, la homofobia  y tantas otras.

“La tolerancia, ni indulgencia ni indiferencia: respeto”, sentenció en su mensaje la ONU, con la UNESCO, para todos los estadios que vivimos en cualquier rincón del mundo, y YA como ejemplo a los niños que son los que deben aplicarlos en sus jardines, colegios y universidades… y la vida.

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