El fantasma de la minería merodea por Sogamoso – Juan Daniel Angulo Argote – @jdangulo26 #Columnista7días

El Presidente de Chile toma las riendas de la emergencia, recibe el papel que le dio la vuelta al mundo “Estamos bien en el refugio los 33 mineros”.

El viernes 31 de julio del presente año, el fantasma de la minería en Colombia tocó las puertas de la mina de carbón El Cedro en Norte de Santander: nueve mineros murieron a causa de una explosión.

Desde febrero del presente año, la mayor parte de mis escritos llevan la seguridad impresa. Se inicia con la columna “El Autocuidado” (es el momento de crear una política de Estado, denominada: El Autocuidado como un estilo de vida, nos cuidamos todos). En abril “Experiencias sin lecciones”, de las más duras al momento de escribirla, en 8 días 23 muertos (8×23), todos en minas subterráneas de carbón.

En julio “De recursos a reservas mineras se optimiza la seguridad operacional” (existen recursos mineros indicados y medidos en Colombia, donde los factores modificadores actuales y futuros, no permiten transformarlos en reserva. Convertirlos sin argumentos, es como realizar un disparo al aire).

Finalizando julio “De la fe del minero a la Resolución 100” (a esas montañas de misteriosas riquezas, acompañadas de la frase célebre “vamos con la fe del minero” a trabajar jornadas laborales largas y duras, muchas veces con el cristo en la mano para regresar con vida a casa).

Ese cristo al cual están aferrados todos los días la mayor parte de trabajadores mineros y sus familias en Colombia. Recuerdo aquellas épocas de trabajo en Cerromatoso, la empresa con los mayores estándares en seguridad del país, los indicadores lo demuestran. “Primero, segundo y tercero es la seguridad”. ¿Por qué las instituciones del Estado no replican ese ejemplo de modelo?

Desde el viernes 7 de agosto merodea el fantasma de la minería. En una mina de carbón subterránea en el sector El Portillo (vereda Morcá, Sogamoso) cuatro personas hasta la fecha siguen atrapadas (12 de agosto de 2020).

Se inician las labores de rescate por parte de la Agencia Nacional de Minería en colaboración con la Cruz Roja de Boyacá, la Defensa Civil, la Policía Nacional y el Ejército. Profesionales de buena voluntad, pero con bajos recursos en cuanto a tecnología e innovación, aspectos que deben verse reflejados en todo el entorno, desde la educación minera con el Autocuidado, hasta los planes de emergencia y rescate. Por ejemplo: utilización de sondas de rastreo de temperatura corporal como mínimo.

Pero la causa raíz del problema no es el rescate en sí. ¿Por qué suceden accidentes en un lugar donde se tiene el Centro Nacional de Minería y una de las mejores escuelas de ingeniería en minas de Colombia, recientemente acreditada? ¿Qué está pasando? La academia, el Estado y la empresa sin brújula.

Los mineros deben ser transformados y orientados, se tiene el recurso humano, solo se necesita tomar el sartén por el mango. Basta ya de no actuar. No debemos permitir que esto siga sucediendo.

Finalmente, la falta de gobernanza nacional y regional en temas mineros, es el fiel reflejo de ese fantasma que hoy merodea una provincia con alta formación académica minera. Como dice el adagio popular: en casa de herrero cuchillo de palo.

Seguiré escribiendo, y solo nos queda pedirle al Estado que actué como gerente de este barco, de lo contrario, mañana llegará a otro lugar el fantasma de la minería. Todo esto me hace recordar a un PhD peruano en un diplomado de valoración de propiedades mineras realizado en el Centro de Convenciones de Paipa 2013, organizado por la UPTC y la UPME.

Donde todo el tiempo comparaba a la minería subterránea colombiana con unas ratoneras (la misma entrada, la misma salida).

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