El marqués de Puntalarga, el precursor de las vides y los vinos en Boyacá – Héctor H Rodrìguez A#Elinforme H.H

Además de ser el pionero en la producción de vinos en el departamento de Boyacá, el sogamoseño Marco Antonio Quijano Rico, el marqués de Puntalarga, introdujo el cultivo de vides en varios municipios boyacenses.

Este químico, que trabajó en el Instituto de la Sociedad Max Planck para el Fomento de la Ciencia, en Mainz (Alemania), en 1984 empezó a sembrar uvas en la loma de Puntalarga, en Nobsa. En 1987 elaboró su primer vino en Puntalarga y en 1989 le agregó el ingrediente cultural a su proyecto vitivinícola, con la celebración de la primera Fiesta de

Bienvenida a la Vid en el Valle del Sol.

En 1995 empezó su proyecto de extensión vitícola, con el que actualmente varios campesinos de Boyacá producen uvas. Pero, ¿cómo explicar que un científico que hizo estudios de muestras del suelo lunar que trajeron los astronautas del Apolo 11 en 1969, decidiera volver a su tierra a cultivar vides y a producir vinos?

La respuesta está en su origen: Quijano Rico se crio en la hacienda San Marcos en Sogamoso, en medio de cultivos de peras, ciruelas y duraznos. Esas frutas fueron su inspiración para enamorarse de la química. Su padre, Marco A. Quijano Niño, descubrió las aptitudes de su hijo y le instaló un laboratorio de química en la casa, en el que el joven realizó sus primeros experimentos.

Cuando se graduó de bachiller del Colegio de Sugamuxi su deseo era irse a estudiar a Francia, ya que andaba de novio de la hija de un ingeniero francés que vino a trabajar en el montaje de Acerías Paz del Río. “Presenté y pasé los exámenes de admisión para estudiar química en la École Centrale Paris (Escuela Central París). Cuando llegué con la buena nueva a la casa, mi padre se transformó y demasiado severo exclamó: nada que hacer, París es un centro de corrupción”, cuenta.

Su padre le dijo que como no había logrado aprender el idioma de la química, que es el alemán, le consiguió una universidad donde se enseña la química como en Alemania, pero en francés.

“Se me va pasado mañana para Lausana, en Suiza, me manifestó. El Viernes Santo de 1954 mi mamá y mis hermanas me llevaron a tomar mi vuelo de Air France al aeropuerto de Techo”, manifiesta.

En Lausana se graduó como químico nuclear. En 1964 ingresó al Instituto Max Planck. En ese instituto desarrolló el que se conoce como el supermétodo Quijano Rico, la fórmula de análisis de litio, boro y cloro más avanzada del mundo.

En 1970 fue contratado y repatriado por la Federación Nacional de Cafeteros, donde creó el laboratorio de la Federación en Bogotá, el LIQC, uno de los centros de investigación más destacados internacionalmente sobre café.

Dos veces estuvo como presidente y vicepresidente de la Asociación Científica Internacional del Café (ASIC), cuya sede estaba en París.

“Hacia 1978 decidí no postergar más mi sueño de tener un viñedo y producir mi propio vino. Lo veía como un aporte novedoso, complementario a la fruticultura de mi padre, para integrar al campesino al estilo de él también con sus frutales. Así nació el proyecto vitivinícola de Puntalarga», afirma el científico Quijano Rico.

Un vino naranja hecho en Boyacá

Un experimento del vitivinicultor boyacense Marco Antonio Quijano Rico, en su viñedo de Puntalarga, ha dado como resultado un vino de tonalidad naranja, que ha despertado poderosamente la atención de los enólogos y los conocedores de la llamada ‘bebida de los dioses’.

“El naranja es el cuarto color del vino y la elaboración de los vinos naranja o orange wines, el método más antiguo. Pueden parecer un regreso al futuro, pero, en realidad, son una tipología de vino con un sinfín de estilos e infinitos maridajes posibles”, explica el portal web de Vinissimus.

El vino naranja del Marqués de Puntalarga es un Negro de Gris, elaborado con uvas riesling, que fue catado durante la XXXIV Fiesta de Bienvenida a la Vid en el Valle del Sol por el enólogo francés Pierre Devos.

“Este vino tiene un color extraordinario, una profundidad como un relieve en ese color, que me hace pensar en esos colores anaranjados como el vino, pero también tirando al coñac clarito”, describió el enólogo Devos.

En cuanto al buqué, Pierre resaltó que es un vino muy redondo, muy untuoso, con unas notas como de cáscara de mandarina y hojas de árbol ligeramente como de eucalipto y pino.

“Esta es una cepa de riesling ligeramente rosado. Es un experimento que ha hecho el doctor Marco Quijano, que realmente nos deja como siempre: asombrados por los resultados”, afirmó Pierre Devos.

Agregó que un vino naranja de Boyacá es algo impensable y que el Marqués de Puntalarga está desafiando cualquier ley, cualquier lógica, como lo ha hecho durante los últimos cuarenta años, “es un mago”.

Según el portal web de Vinissimus, los vinos naranja están considerados como vinos de antaño por el hecho de elaborarse, a partir de uvas blancas, del único modo con el que antiguamente podían elaborarse los vinos. “Son originarios de Georgia, precisamente donde se cree que nació el vino”, precisa Vinissimus.

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