La historia de una joven sogamoseña que encontró en el arte y la empatía el camino para tender puentes en medio de la guerra.

Luna Valentina Barreto, un día antes de emprender navegación en la Flotilla Global Sumud hacia Gaza. Foto: archivo particular.
*Por: Nury Vargas.
Manuel Barreto recuerda con claridad aquel 30 de junio del 2001, cuando Luna Valentina Barreto vino al mundo. Nació en Sogamoso, pero creció entre la ciudad del Sol y del Acero y Tunja mientras su padre y su madre terminaban sus estudios universitarios. Desde pequeña Luna mostró sensibilidad por el arte: “se empezó a inclinar por la pintura, por el dibujo desde muy pequeñita”. Esa inclinación artística crecería con ella.
Estudió su primaria en el Liceo La Presentación y el bachillerato, en el Liceo Campestre; alternaba sus clases con ratos libres dedicados al arte y vinculación a colectivos culturales de Sogamoso.

Luna Valentina Barreto y de fondo una de sus obras. Foto: archivo particular
A los 14 años comenzó a participar más activamente con estos grupos, colaborando con quienes promueven la cultura y las artes. Cuando terminó su bachillerato, a través de una ingeniera conoció la ilustración científica —dibujar animales, plantas, especialmente aquellos de tiempos antiguos—; trabajó en museos gracias a esa especialización, recorrió partes del país aprendiendo, plasmando la belleza de lo natural, y se enamoró también de las culturas indígenas.
Sin embargo, su anhelo mayor siempre fue cruzar fronteras. Aunque la pandemia en el 2020 postergó sus planes de salir del país, Luna no desistió.
Cuando fue posible, emprendió un recorrido internacional que la llevó a residir en Jordania, país cercano a Palestina, considerado neutral. Allí, además de arte, dedicó energías al acompañamiento humanitario: jardines para niños palestinos, educación, asistencia, voluntariado. Era su forma de ayudar desde lo humano, desde lo sensible, con lo que sabía hacer.

Luna Valentina Barreto unos días antes de zarpar rumbo hacia Gaza. Foto: archivo particular
También decidió participar en la Flotilla Global Sumud, una misión humanitaria que partió de Barcelona con más de 500 personas de distintos países, cuyo objetivo era romper el bloqueo a Gaza, entregar alimentos, medicinas y establecer un corredor humanitario.
Luna estaba en esa flotilla, buscando traducir su compromiso con acción. “Querían llevar ayuda humanitaria con alimentos, medicinas y algunos elementos para los niños”, cuenta su padre.
Según informes, el primero de octubre del 2025 la flotilla fue interceptada por fuerzas israelíes en aguas del Mediterráneo. Luna Barreto fue retenida junto a otra colombiana, Manuela Bedoya, y a otras personas provenientes de varios países, cuando intentaban ingresar por mar a la Franja de Gaza.
Los días siguientes fueron de angustia para la familia, amigos y allegados: “Yo sabia que corrían mucho riesgo”, cuenta Manuel. Luna hizo una transmisión en vivo poco antes de perder comunicación, en la que advirtió que los estaban rodeando. Esa fue la señal que se pudo rastrear.
Luego, silencio, incertidumbre. Información fragmentada llegó a través de la Cancillería colombiana y de medios de comunicación. La Cancillería reportó condiciones precarias en el centro de detención donde estaban Luna y Manuela.
El Gobierno colombiano gestionó junto con organismos internacionales para su liberación. Se acordó que Luna y Bedoya firmaran un documento aceptando cargos de “ingreso ilegal” para facilitar una deportación expedita.

Luna informando que había sido retenida por la Fuerza Armada de Israel. Foto: archivo particular
Para Manuel, esta historia es la de una hija que no buscaba protagonismo: “Ella no quería ganarse protagonismo… simplemente quería contribuir con un granito de arena ante esta situación que estaban viviendo el pueblo palestino”. Luna actuó desde su convicción, con empatía.
Hoy, tras lo vivido, Manuel pide a las autoridades colombianas y a la comunidad internacional que no la desamparen, hasta que se confirme que Luna está en un lugar seguro, en paz, con su arte, con su palabra intacta.
*Redactora de Boyacá Sie7e Días