La Catedral de Sal combina patrimonio y modernidad, proyectándose como un escenario único para eventos culturales, empresariales y turísticos a escala mundial.

Visitantes contemplan la majestuosa cruz iluminada en el corazón de la Catedral de Sal. Foto: suministrada a Boyacá Sie7e Días
*Por: Nury Vargas
A 180 metros bajo tierra, la primera maravilla de Colombia no deja de sorprender. La Catedral de Sal de Zipaquirá, símbolo espiritual y cultural, se reinventa como un escenario versátil que atrae a visitantes de todo el mundo. Hoy, este templo subterráneo no solo evoca la devoción que le dio origen, también se posiciona como un epicentro para conciertos, bodas, congresos y experiencias corporativas.
El relato se remonta a 1932, cuando Luis Ángel Arango, directivo del Banco de la República, presenció cómo los mineros de Zipaquirá se detenían a rezar antes de internarse en las entrañas de la montaña.
Aquella escena lo inspiró a proponer la construcción de una capilla en las paredes de sal. El arquitecto José María González convirtió esa idea en realidad en 1954: una catedral de 120 metros de largo y 22 de alto, cuya pieza central era la Virgen del Rosario.
Con grutas que representaban el nacimiento de Cristo, el santuario se convirtió en símbolo de fe. Sin embargo, en 1992 las fallas estructurales obligaron a cerrarlo, marcando el inicio de un nuevo capítulo.
La actual catedral, inaugurada en los años noventa, cautiva con una estructura imponente dividida en tres áreas que combinan arte y
espiritualidad: el vía crucis, un corredor tallado en roca con cada estación esculpida a mano; la cúpula, donde se impone una cruz luminosa de 16 metros que domina la vista desde balcones naturales, y las naves, un conjunto de estancias conectadas por grietas, que albergan el altar mayor y esculturas en mármol, creando una atmósfera majestuosa que transforma el silencio en devoción.
Pero la experiencia va más allá del templo. El Parque de Sal complementa el recorrido con espacios como el Domo Salino, el Museo de la Salmuera y un embalse, integrando ciencia, cultura y naturaleza en un mismo relato.
Un destino que evoluciona
En los últimos años, la catedral ha sido escenario de conciertos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, presentaciones de artistas como Andrés Cepeda y activaciones de marcas internacionales. Este espacio único, que combina arte, ha permitido que Zipaquirá aparezca en el radar global como un destino imperdible para el turismo de eventos.
“Nuestra Catedral de Sal cuenta con escenarios únicos que han acogido marcas internacionales y producciones culturales de gran escala. Esto nos permite proyectar la primera maravilla de Colombia como un referente mundial para el desarrollo de eventos”, destacó Yenny Páez, gerente de la catedral de sal.

Un ángel tallado en sal, símbolo del arte y la espiritualidad que distinguen la primera maravilla de Colombia. Foto: suministrada a Boyacá Sie7e Días
Ceremonias religiosas, bodas, celebraciones familiares, conferencias y congresos encuentran en este templo subterráneo un escenario seguro, innovador y con una atmósfera imposible de replicar. Todo ello a solo 29 kilómetros de Bogotá, impulsando la economía local y consolidando a Zipaquirá como un polo turístico estratégico.
La Catedral de Sal no pierde su esencia espiritual, pero evoluciona.
Hoy es un lugar donde tradición y modernidad convergen, ofreciendo experiencias memorables que invitan a redescubrir la riqueza cultural y natural de Colombia.
*Redactora de Boyacá Sie7e Días