
Tips de seguridad para tus dispositivos y red Wi-Fi. Lo inalámbrico nos dio libertad, pero con una realidad simple: el medio es compartido. En Wi-Fi (red inalámbrica) y telefonía móvil, la señal viaja por ondas y, si no está bien protegida, cualquiera dentro del alcance podría captar lo que transmitimos. Cada conexión deja trazabilidad (rastro de actividad): redes a las que intentamos conectarnos, horarios, lugares aproximados. La respuesta no es el miedo, sino la precaución informada.
En espacios públicos —cafeterías, aeropuertos, hoteles— proliferan las redes gemelas (puntos que imitan a los legítimos) y los intermediarios que se “meten” en la conversación para leer o modificar el tráfico. Desde hace años, la CISA (Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad de EE. UU.) advierte que estos entornos requieren desconfianza sana y hábitos de verificación. En paralelo, el NIST (Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de EE. UU.) recomienda tratar la configuración, las actualizaciones y el monitoreo como parte de la política de seguridad, no como tareas opcionales.
Hay avances que vale la pena adoptar. WPA3 (Wi-Fi Protected Access 3) dificulta la adivinación de contraseñas y fortalece la autenticación. OWE (Cifrado Oportunista/Enhanced Open) permite cifrar el tráfico incluso en redes sin contraseña, para que un curioso cercano no lea tu navegación. Nada de esto es infalible —aparecen fallos de diseño o de implementación—, por eso mantener routers y dispositivos al día es tan importante como tener cerradura en la puerta.
En redes móviles, 5G (quinta generación) mejoró la privacidad al ocultar mejor la identidad del abonado frente a escuchas oportunistas y resistir ciertos engaños que afectaban a tecnologías anteriores. Aun así, si el teléfono baja a 4G (cuarta generación) o 2G (segunda generación) por cobertura, reaparecen debilidades conocidas. El estándar ayuda; la operación cuidadosa decide.
¿Qué podemos hacer? —precaución razonable
Configura bien tu Wi-Fi: activa WPA3 si tu router y tus equipos lo permiten. Para redes de invitados, usa OWE u otra forma de cifrado aun sin pedir contraseña.
Desconfía de lo público: evita la conexión automática, confirma el nombre de la red con el establecimiento y usa VPN (Red Privada Virtual) para que el contenido viaje cifrado.
Reduce tu huella: apaga Wi-Fi y Bluetooth cuando no los uses, elimina redes guardadas que ya no necesitas y revisa los permisos de ubicación en las apps.
Actualiza siempre: routers, puntos de acceso, teléfonos y portátiles. Muchos incidentes se resuelven con parches ya disponibles.
Cuida lo móvil: si tu equipo lo permite, desactiva el “salto” automático a 2G y prefiere mensajería con cifrado de extremo a extremo.
No se trata de renunciar a lo inalámbrico, sino de gobernar nuestra exposición: decidir con criterio qué comparto, dónde y cómo. La libertad de conectarnos sin cables se sostiene con hábitos comprobables: buenas configuraciones, actualizaciones a tiempo y una dosis de desconfianza inteligente.
Para profundizar: guías de seguridad de NIST, recomendaciones de la CISA, especificaciones de WPA3 y OWE de la Wi-Fi Alliance, y documentación pública sobre mejoras de privacidad en 5G.