La distimia es una forma silenciosa de depresión que puede durar años sin ser detectada. Aunque no incapacita, deteriora lentamente la calidad de vida.

La distimia puede parecer una tristeza común, pero se trata de un trastorno crónico que afecta el estado de ánimo. Foto: suministrada a Boyacá Sie7e Días
*Por: Nury Vargas
No todas las depresiones se presentan con un quiebre abrupto del ánimo. Algunas se instalan en silencio, se normalizan en la rutina y logran camuflarse tras días aparentemente funcionales. Así opera la distimia, un trastorno que puede acompañar a una persona durante años sin que esta sepa que necesita ayuda.
A diferencia de la depresión mayor, donde los síntomas pueden paralizar la vida cotidiana, la distimia actúa como una tristeza persistente que no incapacita, pero desgasta. Es un estado de ánimo crónicamente bajo que puede confundirse con el temperamento o con el “así soy yo”, lo que dificulta su detección y tratamiento.
Andrea Caballero Duque, directora médica y científica de la Clínica Eirén, señala: “los síntomas físicos clásicos, como alteraciones del sueño y del apetito, no son tan evidentes en la distimia ya que, aunque no impiden que la persona realice sus actividades diarias, a menudo se subestima su impacto en la salud mental”.
Y añade: “esta condición puede deteriorar significativamente las relaciones sociales, el entorno laboral y otras áreas clave de la vida de un individuo. En algunos casos, la distimia puede evolucionar hasta convertirse en una depresión mayor, un fenómeno conocido como depresión doble”.
Aunque muchas personas han oído hablar de la depresión, pocos conocen que existen distintas formas de este trastorno, algunas incluso más difíciles de identificar. Además de la distimia, existen otras variantes que también requieren atención especializada.
- El trastorno mixto ansioso-depresivo, donde ansiedad y depresión coexisten de manera equilibrada.
- El trastorno disfórico premenstrual, asociado a las fluctuaciones hormonales en mujeres.
- El trastorno de desregulación destructiva del estado de ánimo, que aparece en niños y adolescentes con episodios de ira extrema.
- La depresión inducida por sustancias o medicamentos, relacionada con el consumo de alcohol, drogas o ciertos fármacos.
- La depresión estacional, que aparece cíclicamente, sobre todo en los meses con menor exposición a la luz solar.
En muchos casos, estas condiciones se interpretan erróneamente como estrés, reacciones emocionales normales o fases pasajeras. Por eso, recurrir a una evaluación clínica se vuelve fundamental.
Caballero advierte que los diagnósticos no deben basarse solo en listas de síntomas. “La distimia es como un zumbido, el ruido es bajo, pero persiste durante mucho tiempo. Es un desgano y una falta de energía, un diagnóstico preciso requiere un análisis detallado del historial y la evolución del paciente; no basta con encajar en una lista de síntomas”, precisa.
En cuanto al tratamiento, la psicoterapia sigue siendo el primer paso recomendado. Abordajes como la terapia cognitivo-conductual han demostrado su efectividad al ayudar a cambiar patrones de pensamiento negativos.
En otras ocasiones, el uso de antidepresivos puede complementar el proceso, siempre con vigilancia médica. También se ha comprobado que hábitos como el ejercicio, una dieta equilibrada y una buena higiene del sueño son aliados importantes en la recuperación.
Pero el primer reto sigue siendo el mismo: reconocer que algo no está bien. “Cualquier cambio persistente en el estado de ánimo es motivo de consulta. La salud mental debe priorizarse tanto como la física”, insiste Caballero.
Hablar de depresión no es una moda ni una exageración. Es una urgencia. Comprender que existen múltiples tipos de trastornos depresivos es el primer paso para combatir el estigma, detectar los signos a tiempo y brindar apoyo a quienes lo necesitan. Escuchar, acompañar, informarse y actuar puede marcar la diferencia entre sobrevivir y vivir.
*Redactora de Boyacá Sie7e Días