
La Bioingeniería se define como una rama del conocimiento que se caracteriza por ser parte de la 4ta Revolución Industrial donde se mezclan conceptos relacionados con la biología, química, física y particularmente la electrónica, para dar solución a diferentes problemas relacionados con tejidos, bioimpresión 3D, modelado computacional de sistemas biológicos, biosensores, prótesis, órtesis, dispositivos electrónicos biomédicos, entre otros, esto con el fin de mejorar la calidad de vida de la sociedad en general.
Sin embargo, la electrónica tiene un rol fundamental en el desarrollo de la Bioingeniería considerando que los diferentes dispositivos biomédicos como electrocardiógrafos, electroencefalógrafos, oxímetros, tensiómetros digitales, entre muchos más, necesitan de circuitos correctamente diseñados en términos de consumo energético, funcionalidad y normatividad para cumplir con los estándares que exige el sector médico.
A pesar de ello la fabricación de circuitos electrónicos, especialmente en tarjetas de circuito impreso (PCB), a largo plazo generan toneladas importantes de residuos, donde para el 2022 se generó 62 millones de toneladas de residuos en general donde el 60 % de esta cifra hace referencia a las tarjetas de circuito impreso y donde desafortunadamente el panorama es desalentador, ya que se tiene proyectado un incremento de la generación de estos residuos en un 30 % para el 2030.
El doctor Rakesh Nair, ingeniero del Instituto de Física Aplicada de la TU Dresden, propone una solución bastante factible considerando el uso de hojas de árbol de magnolia para montar circuitos electrónicos biodegradables que no solo impacten al sector médico sino a su vez al sector electrónico en general.
Para transformar una hoja de magnolia en un material apto para una placa de circuito impreso, el doctor Nair primero la redujo a su estructura básica, eliminando las células que la componían, posteriormente, rellenó los espacios vacíos del esqueleto o base de la hoja con etilcelulosa, un polímero duradero y biodegradable generando así una placa de circuito impreso flexible para que perfectamente se pudieran montar dispositivos electrónicos superficiales para así generar “tarjetas” altamente biodegradables.
Si bien, se han desarrollado tarjetas de circuito impreso flexibles tipo flex, ninguna ha tenido propiedades relacionadas con biodegradación, lo cual le da un enfoque mucho mas sostenible a la implementación de la electrónica en general desde la bioingeniería.
Sin embargo, sería importante evaluar qué tan sostenible y financieramente viable sería la migración y disposición por parte de las diferentes empresas del sector para empezar a implementar este tipo de tecnologías más amigables con el medio ambiente para así mitigar la contaminación en general que produce el sector electrónico.
Como reflexión final es importante empezar a generar tecnologías que permitan visualizar un futuro más sostenible y, para muestra de ello, la Bioingeniería podría impactar de manera significativa no solo en el sector electrónico sino a su vez en diferentes áreas relacionadas con la agroindustria, la medicina, entre otros, desde un punto de vista de las nuevas tecnologías.