
Algo especial está ocurriendo en Boyacá. De manera casi silenciosa, pero constante y eficaz, el departamento se abre paso en el universo del café colombiano. Ya no se trata solo de producir, sino de reinventar la experiencia del grano: aroma, traza, calidad y empresa.
Por obra de cultivadores, emprendedores y tostadores que han entendido que el futuro está en la excelencia, el departamento se ha posicionado sorbo a sorbo en los lugares de vanguardia del mercado nacional, con un producto que empieza a ser buen referente.
Durante los días del evento Cafés de Colombia Expo 2025, que acaba de concluir en Corferias en Bogotá, muchas empresas boyacenses mostraron ese nuevo rostro del café regional. Y lo hicieron con una nota predominante: calidad, formalidad y visión de futuro. Tras superar rigurosas etapas de selección y pruebas de taza, los productores boyacenses demostraron que el departamento no solo cultiva, sino que transforma y agrega valor.
El café ocupa en Boyacá cerca de 10.300 hectáreas cultivadas, que sostienen a unas 11.000 familias en 39 municipios, según datos de la Gobernación y la UPRA (Unidad de Planeación Regional Agrícola). Aunque el volumen no se compara con gigantes como Huila o Antioquia, la ventaja competitiva boyacense está en la calidad y diversidad de perfiles sensoriales: desde los aromas florales del Valle de Tenza hasta las notas achocolatadas del oriente del departamento.
Ese mosaico geográfico convierte al departamento en una despensa, cada vez más apreciada por compradores nacionales e internacionales. Expocafé —o Cafés de Colombia Expo— fue mucho más que una feria. Es un encuentro anual de saberes, tecnologías y aromas donde convergen productores, tostadores, exportadores, baristas y consumidores. Allí, el café deja de ser producto para volverse experiencia.
Entre las marcas que destacaron figuran Café La Capilla y Casa del Frailejón de Monguí; Nebuloso Café de Mongua; Café para Reyes y Abaunza Oviedo de Moniquirá; Café Guaney de Macanal; Viati Café de Togüí; Café Tres líneas de Chitaraque; Café Tradición de los Abuelos y Café Lancieri de Paipa; Café Gaunzano de Guateque; Café Santamaría de los Ocobos de Miraflores; Tostadora de Café Macana de Duitama y Muiscafé de Sogamoso.
Desde luego hay más, y siempre están atentas a lo que sucede en el sector como Meseta de los Ángeles de Somondoco; Romos Café de Chinavita; Cazgua Café de Zetaquira; Café Zenaida de Moniquirá; Café Retratos de Pachavita; Café Candelas de Pajarito y Café de mi suegra de Santana para solo mencionar algunos.
Esas empresas cafeteras, distintas en extensión, inversión y método, confluyeron en un mismo propósito: demostrar que el café boyacense ya no es promesa, sino realidad tangible. Pero sí hubo una marca que encendió conversaciones y olfatos en Corferias y esa fue Café Lancieri, orgullo del corregimiento de Palermo, en Paipa. Allí, entre montañas que alcanzan los 2.100 metros de altitud, se ha gestado un laboratorio de innovación que ha transformado la caficultura local.
Lancieri nació como un pequeño emprendimiento familiar y hoy se consolida como producto insignia de innovación, reconocido por su calidad de taza, su coherencia ambiental y su vocación exportadora. Desde su sede en Paipa, ha articulado a más de 500 familias caficultoras del departamento, fortaleciendo la cadena de valor y garantizando la trazabilidad del grano.
En Palermo, el café dejó de ser complemento agrícola para convertirse en apuesta empresarial. Las familias se capacitan en buenas prácticas agrícolas, en secado controlado y en tostión diferenciado. El resultado se percibe en una taza aromática, de cuerpo balanceado y notas dulces, que ya está conquistando las góndolas regionales y los catadores internacionales.
La marca avanza, además, en acuerdos con tiendas especializadas y programas de exportación y tiene como meta posicionar el nombre de Paipa en los circuitos globales de cafés especiales, como sucede con el queso, las almojábanas, sus amasijos y aguas termales.
Cuando se apagaron las luces de Corferias y el aroma a café recién molido aún flotaba en el aire, quedó claro que Boyacá ha ganado un lugar en el mapa cafetero del país. No solo por sus cifras o sus marcas, sino por su narrativa: la de un territorio que transforma tradición en futuro.
La experiencia cafetera de Boyacá fue, sin duda, una de las notas distinguidas de Expocafé 2025: símbolo de una caficultura que combina raíz y modernidad, que habla el lenguaje del campo y el del mercado. Y en cada taza que sirvieron en Bogotá, hubo un pedazo de Boyacá que, sin ruido, está conquistando el mundo con el sabor de su café.
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