Mundial de Ciclismo en Duitama: de lo imposible a lo increíble

Dos exgobernadores de Boyacá, duitamenses ambos y gestores del evento, recuerdan detalles de este mundial.

Los exgobernadores Alfonso Salamanca y Miguel Ángel Bermúdez revivieron episodios ocurridos durante la competencia realizada el 8 de octubre de 1995 en Duitama. Foto: archivo Boyacá Sie7e Días

En el último sollozo del siglo XX Colombia realizó el evento deportivo más importante de su historia reciente: el Mundial de Ciclismo en Duitama. En esta pequeña ciudad, enclavada en la cima de los Andes, los mejores deportistas del mundo vinieron a desafiar lo que para ellos era el mito de los ‘escarabajos’ trepando las montañas colombianas.

Fue un momento irrepetible, porque vieron a Abraham Olano, Marco Pantani y a Miguel Induráin, los ciclistas más temidos en las carreteras, mostrando al planeta por qué es un deporte para ‘gladiadores’.

Una competencia inolvidable para la élite del deporte y un espectáculo ciclístico, ver ascender las montañas a más de 2.700 metros sobre el nivel del mar, y recibir el cariño y la hospitalidad de los aficionados. Solo sucedió una vez y fue en Duitama, el 8 de octubre de 1995.

Para Miguel Ángel Bermúdez, exdirector de Coldeportes y exgobernador de Boyacá, y Alfonso Salamanca Llach, excongresista y exgobernador del departamento, el binomio que hizo posible lo impensable, el plan para realizar el Mundial comenzó en los años de 1980.

Explicaron que, se pensó en hacer realidad lo imposible: realizar este evento internacional para el país y trascendental para los boyacenses. La idea, en su momento, pasó de lo nunca antes imaginado a lo increíble, porque nadie creyó que se pudiera hacer en Duitama. “Pero se hizo”, precisó Salamanca.

Muchos hoy, 30 años después, siguen utilizando el circuito mundialista en Duitama para sus jornadas recreativas o de alto rendimiento a diario. Foto: archivo Boyacá Sie7e Días

Boyacá Sie7e Días hizo el recorrido por la emblemática Ruta del Mundial para que Miguel Ángel Bermúdez y Alfonso Salamanca Llach contaran las anécdotas que tuvieron que vivir para hacer realidad el evento mundial, que no ha tenido precedentes en el país. Una mezcla extraña de deporte, política y poder.

—Hace 30 años estos terrenos eran deshabitados, solo eran grandes extensiones de tierra— dice el exgobernador Salamanca mientras conduce el vehículo por el sector de El Cogollo y San Antonio Norte.

—Con la preparación del Mundial, estos terrenos empezaron a ser habitados, se hicieron construcciones y llegó el progreso—responde Miguel Ángel Bermúdez y pide que el vehículo se detenga.

En el sector está la imagen del Divino Niño, el patrono de la ciudad, uno de los lugares donde apuntaban las cámaras de la televisión internacional en octubre de 1995 para transmitir la competencia ciclística más importante del mundo.

—Aquí los ciclistas iban al máximo de su capacidad física, este terreno es muy pendiente, viene de la subida de El Cogollo que tiene una inclinación exigente—explica Salamanca.

—Este sector se encuentra a más de 2.700 metros sobre el nivel del mar. Aquí los ciclistas ya venían sin piernas. En Europa es inconcebible que a más de 2.000 metros no caiga nieve— recuerda Bermúdez.

El vehículo sigue su marcha por los alrededores de la vereda Santa Lucía, camino hacia el sector La Tribuna, otro de los sitios que conoció el mundo por la transmisión en directo, donde estuvo el punto más alto de la competencia, antes de llegar a la cima.

—Esta vía no tenía pavimento, había sectores donde el paso era muy estrecho; gracias a los habitantes de este sector que donaron parte de sus predios para ampliar la vía— recalca Salamanca.

—El día de la competencia había aficionados de todo el mundo al lado de la carretera; muchos pasaron la noche en carpas la noche anterior para tener un lugar y no perder ningún detalle para ver a los deportistas. Para octubre de 1995 se calcula que pasaron más de un millón de vehículos en el peaje de Tuta. Eso da para un récord Guinness— dice con orgullo Bermúdez.

El vehículo se detiene en una curva y comienza a subir por una vía destapada, con grados de pendiente más elevados que los anteriores, según la observación.

—Por esta curva se perdió el Mundial— exclama Salamanca.

—Sí— responde Bermúdez —es como si al Tour de Francia le hubieran quitado el Alpe d´Huez—.

Según el trazado original, la ruta pasaría por ese sector entre Santa Lucía y El Mirador, una pendiente que por su grado de inclinación iba a favorecer a los ciclistas colombianos y en especial a Oliverio Rincón, el duitamense que corría de local y ante su público representando los colores patrios.

Boyacá Sie7e Días acompañó a Miguel Ángel Bermúdez y a Alfonso Salamanca Llach a recorrer la ruta del mundial que ellos mismos ‘construyeron’. Foto: archivo Boyacá Sie7e Días

—El trazado del campeonato de ruta lo diseñó Oliverio en el año de 1992; era nuestra gran estrategia, vencer a los ciclistas más poderosos con la mayor fortaleza: la montaña— recuerda Salamanca.

—Los habríamos vencido en esta curva, no hubiesen podido responder a las embestidas de los escaladores— recalca Bermúdez.

El trazado original tuvo que ser cambiado porque hubo eventualidades técnicas y era muy difícil, aun con un costo económico alto, aplanar la curva en ese sector.

—Había pendientes más inclinadas que El Cogollo y nunca lo supieron, aquí se habrían quedado sin piernas— dice el excongresista.

—Sin piernas, ¡se mueren! (término que indica exigencia física extraordinaria)—enfatiza Bermúdez.

En el sitio El Mirador, un lugar que se ha convertido en destino turístico, los promotores del Mundial analizan el presente de la ciudad.

—Aquí se puede llevar a cabo un proyecto turístico de gran importancia, este terreno tiene un paisaje único— asegura el excongresista.

—La riqueza que tiene el país es su paisaje y la variedad de climas— dice Bermúdez —esa fue la mejor carta de presentación y lo que inclinó la balanza a favor de conseguir el Mundial para Duitama—.

—Esta vía fue pavimentada por el Instituto Nacional de Vías (Invías) y se hizo durante mi administración en el año de 1992, todavía se encuentra en buen estado— recalca Salamanca.

El recorrido se dirige hacia el casco urbano y continúa por la vereda Siratá, para llegar al barrio La Gruta.

—Aquí se cayó Pantani— dice Bermúdez —pero no pasó a mayores, el descenso para los ciclistas se hizo de forma segura, el italiano amortiguó en una estructura de heno—.

El episodio del accidente de Marco Pantani fue un momento dramático en la competencia: la lluvia arreciaba en ese momento, sin embargo, el italiano descendía a gran velocidad porque iba en la punta con Induráin y Abraham Olano. La caída ocurrió en un momento decisivo. El público alentó a este aguerrido ciclista, uno de los favoritos a ganar la carrera. Con las heridas visibles, Pantani seguía pedaleando; sentimientos encontrados se apoderaron del corazón de los aficionados.

—Otra situación que llenó de emociones al público fue el pinchazo de Olano, y sucedió 500 metros antes de la meta. Pero así continúo y llegó, y ganó— recuerda Bermúdez.

—El final fue inolvidable y lleno de emociones— expresa el excongresista.

El vehículo se detiene en el parque de las Américas, una cuadra más adelante del cementerio del municipio.

—En el trazado original la meta iba a quedar aquí— señala el exdirector de Coldeportes —en el parque de las Américas—.

—Sigamos hasta donde finalizó la competencia— dice Salamanca.

En la avenida de las Américas, al frente de la empresa Postobón, terminó el evento deportivo más importante que se haya realizado en el país. Duitama no ha vuelto a tener un evento mundial de esa naturaleza.

—En ningún mundial ha vuelto a ocurrir que los habitantes reciban en sus casas a los deportistas. La ciudad pintó las banderas de los países participantes, en los barrios hospedaron a los equipos; nunca antes había sucedido, ni va a volver a realizarse un mundial con esa hospitalidad— interpela Bermúdez.

—Fue la manera de acoger a la gran cantidad de deportistas que llegaron a Duitama— enfatiza el excongresista.

—El Mundial fue un momento memorable para Boyacá y único en el mundo— señala el exdirector de Coldeportes.

—Pero no nos invitaron a la inauguración— interrumpe Salamanca —nunca supimos por qué—.

—No estuvimos en el lugar donde se dio la partida al Mundial, que la hizo el presidente de la República, Ernesto Samper— exclama Bermúdez —pero sí estuve en el acto protocolario en la plaza de Los Libertadores—.

—Nosotros dejamos todo listo para que se realizara el Mundial en Duitama y no nos invitaron a la inauguración— repite el excongresista —el reconocimiento lo hizo el público, que sabía que nosotros hicimos posible el Mundial—.

—Para entrar al acto protocolario con el presidente Samper tuve que hacerlo a la fuerza— recuerda con tristeza Bermúdez —un mayor de la Policía, comandante del Distrito, del que no recuerdo el nombre, no me permitía entrar—.

La conversación cambia para saber si en una pequeña frase se puede sintetizar que fue el Mundial de Ciclismo para Duitama.

—La ciudad tuvo un progreso enorme: hace 30 años era la ciudad más importante del oriente colombiano, pero, ese impulso no se ha sabido capitalizar— explica el excongresista y exgobernador —el progreso de Duitama está estancado—.

—Duitama tiene historia, es una ciudad que debe retomar su lugar de importancia— explica el exdirector de Coldeportes.

—La política y el deporte pueden ir de la mano porque se encargan de formar seres humanos integrales y hacer grande a la sociedad— manifiesta Salamanca.

—El Gobierno debe darle al deporte una política de Estado— dice Bermúdez.

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