
Hacer empresa es, ante todo, un acto de esperanza. Una apuesta por hacer posible lo que parece inalcanzable. Ese es el legado de PazdelRío, que hoy celebra 77 años. El 17 de septiembre de 1948 marcó no solo la consolidación del anhelo de contar con la primera y única siderurgia integrada de Colombia, sino también uno de los mayores actos de trabajo en equipo de la época, fruto de una alianza colectiva entre el Estado y el sector privado, con el respaldo de la comunidad internacional para su financiación y construcción.
Al tiempo que PazdelRío nació para garantizar la soberanía económica de Colombia, produciendo su propio acero, también emergió como testimonio de reconstrucción de una sociedad golpeada. No solo por los coletazos de la Segunda Guerra Mundial —cuyas disrupciones en las cadenas de suministro influyeron en la decisión de su construcción en aquellos años de incertidumbre—, sino también porque apenas cinco meses antes el país había enfrentado uno de los episodios más dolorosos de su historia política: ‘El Bogotazo’.
Desde el inicio de su construcción hasta 1954, cuando se realizó la primera colada en el Alto Horno Elena, lo que allí se vivió fue descrito por Gabriel García Márquez con absoluta precisión como “una hermosa locura”. Una ciudad nueva se levantó alrededor del proyecto industrial más ambicioso de todos los tiempos, iniciando así la producción siderúrgica en el Valle de Sogamoso.
Esta ‘hermosa locura’ llamada PazdelRío ha sido el sustento de cuatro generaciones de colombianos y el cimiento de sus sueños de progreso y desarrollo. Es un legado vivo, que se construye día a día, actuando desde el presente con visión de futuro. Nuestro acero continúa transformando a Colombia, haciendo posible las obras que le dan bienestar a los colombianos, honrando así nuestro propósito empresarial de ‘ser el cimiento de la construcción para el desarrollo y la calidad de vida del país’.
Apegados a ese compromiso con el país, estamos aportando el acero a la obra quizás más anhelada por los colombianos: el Metro de Bogotá, contribuyendo además a la construcción de Puerto Antioquia, que abrirá aún más al país al mundo, y haciendo posible las viviendas que materializan el sueño de miles de familias colombianas de tener casa propia.
Conscientes de esa responsabilidad, nos hemos trazado el propósito de llegar a ser una empresa centenaria, trabajando desde el presente para estar a la vanguardia, produciendo un acero más sostenible y alineando nuestras metas con las de la humanidad, como la única siderúrgica firmante del Pacto Global de las Naciones Unidas en Colombia.
Miramos al futuro con la certeza de que el mejor momento para actuar siempre es el presente; que los retos —por intensos que parezcan— son oportunidades para crecer, y que en cada cambio y transformación nuestra cultura y nuestro talento se fortalecen, haciendo posible lo que antes parecía inalcanzable. La historia de PazdelRío no ha sido lineal ni sencilla. Es una historia de superación constante, de crecimiento en la adversidad y, sobre todo, de servicio a Colombia, nuestra mayor motivación.

Hoy, nuestra siderúrgica es el sustento de cerca de 6.500 personas, entre colaboradores, pensionados y contratistas, así como de más de 14.000 personas vinculadas a los encadenamientos productivos que promovemos a través de nuestra política de compras locales, por medio de la cual inyectamos anualmente cerca de 1,2 billones de pesos a la economía boyacense.
Más que acero, somos la columna vertebral de Boyacá, apalancando nuestra actividad en la operación férrea. Cada año realizamos 37.800 viajes, entre ellos 1.460 de pasajeros que hacen parte del Tren de la Vida y la Esperanza, conectando a las comunidades de Nobsa, Corrales y Paz de Río con un servicio comunitario vital. Son más de seis décadas de experiencia férrea y el orgullo de ser la única empresa del país que opera un tren 100 % eléctrico de carga y pasajeros. Ese legado hoy lo ponemos al servicio de Colombia, como operadores ferroviarios de carga y pasajeros, contribuyendo con nuestra experiencia a la reactivación férrea nacional.
Todo esto lo hacemos por Colombia y por los colombianos. Porque cuando decimos que PazdelRío es Colombia, hablamos de un compromiso vivo, forjado en el trabajo que durante 77 años ha contribuido a construir país, con esfuerzo, servicio y orgullo compartido.