El lago de Tota tuvo su propio pez, pero desde hace 68 años no se ha vuelto a saber de él – Héctor H Rodriguez A#Elinforme H.H

Un pez bagre, cuya característica principal era su cuerpo formado por anillos de grasa, sustancia que utilizaban los campesinos para la elaboración de velas con las que se alumbraban a falta de la luz eléctrica, se ha convertido en todo un misterio para los ictiólogos del país y extranjeros.   

Este ejemplar, llamado graso o runcho (Rhizosomichthys totae), único pez propio del lago de Tota y a su vez una especie endémica de distribución restringida a este cuerpo de agua, fue visto por última vez en 1957.

Una investigación de Mariana Alejandra Moscoso Rodríguez y Javier Alejandro Maldonado Ocampo (q.e.p.d.) refiere que el pez graso fue descrito en febrero de 1942 por don Cecil Miles, miembro fundador de la Asociación Nacional de Piscicultura y Pesca de Colombia, pionero en la introducción de la trucha arcoíris al país y uno de los encargados de iniciar labores piscícolas en la estación de Las Cintas, ubicada en la vereda Las Cintas de Sogamoso.

Aunque muchos han culpado a la trucha como la responsable de la extinción del pez graso, el ictiólogo colombiano José Iván Mojica, editor del ‘Libro rojo de peces dulceacuícolas de Colombia’, descartó a la trucha como la primera sospechosa de la desaparición de esa especie, ya que habitan en lugares diferentes del lago de Tota.

Interés por encontrar esta especie

Si bien han pasado 68 años desde el último avistamiento del pez, este espécimen no ha sido oficialmente declarado como extinto y su existencia se ha convertido en todo un misterio.

Por eso se han realizado búsquedas de este ejemplar en distintos momentos, como en 1984 cuando el Instituto Colombiano de Hidrología, Meteorología y Adecuación de Tierras llevó a cabo una expedición, y entre 1999 y el 2001 se efectuó una investigación por parte del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia y la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá).

Algunos pescadores artesanales y habitantes de la ribera del lago de Tota aseguran haber sacado del agua uno que otro pez graso en los últimos años, pero no existen las evidencias que sustenten esas afirmaciones.

En el 2023, organizaciones nacionales e internacionales y expertos se unieron en una nueva búsqueda, para la cual emplearon una moderna tecnología: el ADN ambiental o metabarcoding.

El proyecto lo coordinó el doctor en Ciencias Biológicas Carlos A. Lasso, un español investigador del Instituto Humboldt, con el apoyo de la Fundación Isla de Agua y la asesoría científica de la bióloga Susana Caballero, quien secuenció las muestras de ADN de los peces y las analizó con los resultados del metabarcoding.

“Shoal Conservation y Re: wild proporcionaron recursos de financiación a través del programa Search for Lost Fishes y el apoyo logístico de Corpoboyacá. En campo se trabajó con los buzos científicos Luis Fernando Barrios y Camilo Toro”, explicaron en el Instituto Humboldt. 

‍Precisaron que, los esfuerzos de muestreo (2023-2024) incluyeron cinco salidas de campo y 21 muestreos de ADN ambiental en varios puntos de la cubeta del lago de Tota y a diferentes perfiles de profundidad (fondo, parte media, parte superficial y zonas litorales), afluentes y efluentes y una laguna glacial conectada con el lago.

“La nueva tecnología empleada, es decir, el metabarcoding, permitió buscar trazas del material genético de los animales que tienen contacto con el agua. El pez graso, en el caso de estar todavía en el lago, debería liberar ADN al entorno a través de la piel, mucus, secreciones, orina y heces”, señalaron en el Instituto. 

Sobre este particular, la profesora Susana Caballero, especialista en el uso de la genética para la conservación de especies silvestres, le comentó al equipo de Prensa del Instituto Humboldt que, el metabarcoding les ayudó a extraer ADN del medio, secuenciarlo y determinar qué especies habitan en el lago de Tota, identificándolas a partir de pequeños fragmentos de su material genético.

“En el caso del pez graso hay un mayor nivel de dificultad para su posible identificación, considerando que no existen registros genéticos, es decir, secuencias de ADN que permitan realizar una identificación certera comparativa, ya que los especímenes que se encuentran en los museos han sido preservados en formalina, la cual daña el material genético. Por esta razón, su identificación se hace descartando la similitud de las secuencias obtenidas, comparando con ADN de las especies de peces conocidas en el lago”, dijo Caballero.

Los resultados obtenidos del ADN ambiental  

De acuerdo con el Instituto Humboldt, los resultados mostraron que solo se registró ADN ambiental en 16 localidades (puntos) del lago de Tota correspondientes a estas especies: la trucha (Oncorhynchus mykiss), que es exótica; el capitán de la Sabana (Eremophilus mutisii) y la guapucha (Grundulus bogotensis), que son especies introducidas (trasplantadas) al lago.

En los afluentes, incluyendo una laguna glacial, solo se colectó ADN de la trucha y otra especie identificada como Eremophilus sp., que no es una especie hermana del capitán (Eremophilus mutisii), sino probablemente la otra especie de capitanejo (Trichomycterus cf bogotensis), de acuerdo con los estudios genéticos en curso.

Para el Instituto, esto significa que no se detectaron rastros de ADN ambiental que pudieran corresponder al pez graso.

Su existencia sigue siendo un misterio

‍El pez graso ya había sido considerado ‘extinto’ en el 2012, en el ‘Libro rojo de peces dulceacuícolas de Colombia’. Sin embargo, posteriormente, en el 2016, por la falta de evidencia, fue reclasificado en ‘peligro crítico, pero posiblemente extinto’ por científicos colombianos y la Unión para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

“Modificar esta última declaratoria corresponde a la UICN, luego de la evidencia científica que la sustente, y se haría con base en la información que se le entregue por parte del equipo de búsqueda del pez graso. No obstante, como explica Carlos A. Lasso, las investigaciones aún continúan, pues en este momento se está llevando a cabo una investigación de tipo histórico, es decir, la revisión de archivos que datan de la época de la Colonia y otros contemporáneos, diarios y correspondencia de Cecil Miles; entre otros”, manifestaron en el Instituto Humboldt. 

En la entidad indicaron que, este análisis se está realizando en conjunto con el historiador Daniel Gutiérrez Ardila, de la Universidad Externado de Colombia, y que tiene como objetivo averiguar cómo fue el proceso de descripción de la especie en 1942 y determinar si realmente provenía o no del lago de Tota.

“Adicionalmente, un equipo de expertos internacionales está intentando obtener ADN a partir de muestras de formalina de especímenes que están en colecciones de museos de Estados Unidos, lo cual permitiría una comparación para lograr una identificación más certera. Siendo así y, según los resultados obtenidos del metabarcoding en el 2024 y el estudio histórico en el que aún trabajan los expertos, el pez graso sí está ‘posiblemente extinto’”, puntualizaron en el Instituto.

El pez graso podría ser una víctima de las modificaciones de su hábitat por la mano del hombre y su caso debería servir de alerta para repensar lo que se viene haciendo con el lago de Tota, nuestro gran dispensador de agua dulce.      

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