Ya era tiempo de un descansito merecido ante tanta demanda laboral cotidiana. Para muchas personas es un tiempo de recogimiento y reflexión para reencontrase con Dios, volver al mundo de la espiritualidad que tanto se necesita y que lo brinda la tradición católica cristiana. Para otras, es un espacio de descanso y ocio, independiente de las creencias religiosas, algunos optan por irse de viaje a las playas, al campo a disfrutar de la naturaleza, a visitar pueblos, a encontrarse con la familia y en ultimas, ir a cualquier destino que el bolsillo les permita solo para poder desconectarse de la rutina diaria.
Para algunos estas fechas no suelen ser tan agradables, bien sea porque les trae recuerdos de una situación difícil o simplemente porque su cabeza está acostumbrada a mantenerse ocupada laboralmente que no conciben una forma de descanso. En una oportunidad le escuché decir a un compañero de trabajo que no le gustaban las vacaciones porque no tenía nada que hacer, era perder el tiempo y la pasaba demasiado aburrido; lo único positivo que resaltó era que podía visitar a su padre y colaborarle en los quehaceres en la huerta.
Este como muchos otros casos son a menudo comunes en el gremio laboral, pero no se consideran como una alerta a la sobrecarga de labores a la que muchos trabajadores se encuentran expuestos. El ocio se ha convertido en algo prohibido, lo encontramos como el ‘hacer nada’, que es equivalente a perder el tiempo porque nuestro cerebro ya está programado para el deber hacer y cualquier actividad que se salga de ese deber va en contra natura de nosotros mismos.
En este sentido, a lo largo de la historia, grandes pensadores han reflexionado acerca del ocio como esa oportunidad para desconectarnos de la mundanalidad que ofrece una vida de consumo y producción. El filósofo estoico Séneca exhortaba acerca de la importancia de equilibrar el trabajo y el ocio para cultivar la tranquilidad y fortalecer la bondad en los seres humanos. Pero, qué difícil es apropiarlo a nuestras vidas, ya que en los instantes en que descansamos y disfrutamos de no hacer nada, sentimos la necesidad de hacer algo productivo, cualquier actividad que nos haga sentir parte del engranaje social y económico de la vida adulta.
El ocio es necesario y aún más en estos tiempos demandantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) promueve políticas y prácticas que fomentan el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, incluido el descanso adecuado, de igual forma, reconoce que el descanso es fundamental para la salud y el bienestar de los trabajadores, y puede ayudar a prevenir el agotamiento, el estrés y otros problemas de salud relacionados con el trabajo.
Por tal motivo, el descanso es fundamental para nuestra mente y cuerpo, sin ello no podemos funcionar e interactuar socialmente, ni desenvolvemos en los diferentes roles que desempeñamos en la vida. Veámoslo como un regalo santo o divino que merecemos para reencontramos con nuestra mejor versión.
					