Que alguien me pellizque – #CrónicasYSemblanzas

Cronicas y semblanzas Portada

— ¿A dónde podemos ir a comer algo? —me preguntó, con su acento paisa y mirándome expectante, Ramón Hoyos Vallejo, el pentacampeón de la Vuelta a Colombia en Bicicleta.

— A dos cuadras y media de aquí hay un sitio agradable que se llama Punto y Coma, podríamos ir allí —le respondí de inmediato en medio del entusiasmo que me causaba el estar junto a esta afamada figura ciclística y, para mí, un auténtico ídolo. 

Eran casi las siete de la noche de un día de comienzos de septiembre de 1975. Me encontraba en el Hotel Centenario de Tunja reunido con personal de la Cadena Radial Todelar que cubría una prueba ciclística. Ese día había culminado en Tunja una etapa procedente de El Socorro, Santander, y al día siguiente se realizaría otra, cuya meta final era Bogotá.

Hotel centenario tunja
Aquí el Hotel Centenario, tal vez el establecimiento de este tipo más importante de Tunja, año 1969.

En ese entonces el Hotel Centenario era tal vez el establecimiento de este tipo más importante de Tunja. 

Llegué allí en cumplimiento de una instrucción impartida desde la gerencia de Todelar en Bogotá, empresa a la cual estaba vinculado en mi condición de corresponsal del Noticiero.

— Por favor acérquese después de las cinco de la tarde, allá en Tunja, al Hotel Centenario en donde se hospedará nuestro equipo de locutores y técnicos. Pregunte por Alberto Díaz Mateus. Él es el coordinador de la transmisión y necesita unos apoyos de parte suya —me dijo telefónicamente, cerca de las 12 del día, una funcionaria administrativa de Todelar. Le respondí que allí estaría a las cinco. 

A la hora señalada llegué a la recepción del hotel. Averigüé por Alberto Díaz. Minutos más tarde me indicaron que pasara a su habitación. 

Él en ese momento ocupaba un cargo ejecutivo en aquella cadena radial, pero así mismo era un reconocido narrador hípico.

Al entrar a su cuarto estaba acompañado, entre otros, por el narrador deportivo Marco Antonio Bustos, el excampeón de la vuelta a Colombia en Bicicleta Ramón Hoyos Vallejo y un asistente operativo de Todelar.

Carnet noticiero todelae
Carnet Noticiero Todelar

De inmediato me incorporaron a la faena de trabajo que estaban desarrollando. Les aporté las informaciones que me solicitaron. Laboramos durante casi hora y media

**

Ramón Hoyos Vallejo, nacido en Marinilla, Antioquia, fue ganador de la Vuelta a Colombia en 1953, 1954, 1955, 1956 y 1958 y representó al país en los Juegos Olímpicos realizados en Australia, Juegos Panamericanos en México y Juegos Centroamericanos, también en México. Cuando lo conocí tenía 44 años y se desempeñaba como comentarista de ciclismo en Todelar.

**

A la corresponsalía del Noticiero Todelar de Colombia llegué casualmente. Una tarde de octubre de 1975, culminada mi tarea de redacción de la emisión de la una de la tarde del Radioperiódico Avance Boyacense, al salir de la sala de redacción y pasar por frente a la oficina de la secretaría del Diario de Boyacá sentí timbrar el teléfono. En ese momento, no había nadie en las oficinas. Decidí responder:

—Aló, buenas tardes. 

—¿Noticiero?

—Sí, Radioperiódico Avance Boyacense, a la orden.

La voz al otro lado de la línea telefónica me pareció conocida.

—Buenas tardes, le habla Jorge Enrique Pulido, director del Noticiero Todelar de Colombia.

—Buenas tardes. Me alegra saludarlo.

—¿Con quién hablo?

—Con Gustavo Núñez Valero, redactor del radioperiódico.

—Mire Gustavo, llamo porque estoy interesado en la noticia del accidente que ocurrió en el occidente de Boyacá. ¿Qué información tienen allá?

—En la policía me suministraron todos los datos y elaboré un informe que creo acaba de leer el locutor, porque, justo estamos en plena emisión.

—¿Y me lo puede leer en directo para el noticiero?

—Con mucho gusto Jorge Enrique, permítame voy a cabina, recojo la noticia y se la leo.

—Gracias Gustavo. Lo espero.

Me puse nervioso. Estar hablando con Jorge Enrique Pulido, uno de los periodistas grandes del país, a quien veía por televisión en el Telediario de Arturo Abella y oía en el Noticiero Todelar, me causaba complacencia, pero también algo de asombro. 

La noticia del accidente, en efecto, ya la había leído el locutor. La tomé y regresé al teléfono.

—Listo Jorge Enrique. Ya tengo en mis manos el informe. ¿Se lo leo?

—Sí, pero espéreme le doy el cambio en directo.

Aunque estaba nervioso y respiraba profundo para tranquilizarme, me fue bien leyendo la noticia. 

Al día siguiente, muy temprano, me llamó Jorge Enrique para proponerme que fuera el corresponsal del Noticiero Todelar de Colombia en Tunja.  Alborozado acepté.

A partir de entonces, uno o dos sábados al mes viajaba a Bogotá. Allí tuve la oportunidad de conocer a periodistas como Juan Darío Lara, Martha Montoya, Fabio Marín, Fabio Castillo, Humberto Rodríguez (oriundo de Duitama), Óscar Restrepo Pérez y locutores como Pastor Londoño, Manolo Villarreal, Armando Plata Camacho, Gustavo Torres Rueda y Luis Eduardo Ruiz Rubio, entre otros. Con algunos de ellos entablé amistad y con otros compartí apenas un café o nos cruzamos el saludo. De todas maneras, fue una oportunidad para relacionarme con gente destacada de la radio, lo cual me permitió crecer personal y profesionalmente.

Ramon hoyos vallejo ciclista
Ramón Hoyos Vallejo, fue ganador de la Vuelta a Colombia en 1953, 1954, 1955, 1956 y 1958.

**

Después de que Ramón Hoyos me preguntara en dónde podíamos comer algo y yo le respondiera, Alberto Díaz Mateus dijo:

—Si, vamos allá.

Salimos del hotel. Caminamos por la carrera décima en dirección norte. Había un tránsito fluido de peatones y vehículos. En aquel tiempo la actividad comercial se desarrollaba en esa parte de la ciudad, llamada el casco histórico. Las calles 19 y 20, entre carreras décima y 11 eran bastante concurrida; además de almacenes de todo tipo había restaurantes y tabernas.

Ramón Hoyos, Alberto Díaz Mateus, Marco Antonio Bustos y el asistente operativo llevaban  chaquetas abrigadas. El frío era benigno. 

Al llegar a la calle 19 giramos a la izquierda, avanzamos hacia el occidente media cuadra y entramos a “Punto y Coma”. Ese restaurante estaba de moda. Yo lo frecuentaba porque me gustaba la carne a la parrilla con arepa de peto que ofrecían en el menú.

El lugar estaba repleto. No obstante, casi que de inmediato conseguimos sillas. Yo quedé ubicado en medio de Marco Antonio Bustos y Ramón Hoyos; en seguida de este se sentaron Alberto Díaz y el asistente.

El establecimiento era amplio. Tenía unos siete metros de frente por 15 de largo. No había mesas tradicionales. Los comensales debían sentarse al frente de una larga barra ondulada construida en madera y cubierta con láminas de fórmica color naranja. Las sillas eran plásticas, de color blanco.

—Este sitio es agradable, pero veo que está mal utilizado el espacio. Si hubiesen corrido más a la izquierda la barra, podrían colocar sillas por lado y lado. Están perdiendo la oportunidad de atender más gente —comentó Ramón Hoyos.

Durante el tiempo que estuvimos allí, Marco Antonio Bustos me hizo preguntas sobre la historia y los sitios turísticos de la ciudad. Ramón Hoyos habló sobre el radiodifusor Clemente J. Rodríguez, quien para entonces era el dueño de una emisora en Duitama, La Voz de los Libertadores y otra en Sogamoso, la Villa del Sol. Poco tiempo después crearía el Grupo Libertadores de Emisoras, conformado por dos estaciones más: Radio Triunfo de Tunja y Radio Tonchalá de Cúcuta. 

—A Clemente J. Rodríguez yo lo conocí desde pelado. La primera vez que lo vi fue en Santa Marta. Luego me lo encontré en otras ciudades. Era ayudante de locutores y periodistas. Se le pegaba mucho a uno —rememoró Hoyos Vallejo.

Si bien, estaba al tanto de la conversación, me fijaba también en quiénes más entraban. Disfrutaba de aquel afortunado momento.  No creía que fuera realidad lo que vivía. Hasta pensé: “Que alguien me pellizque para saber si es cierto lo que me está ocurriendo”.

Alberto Díaz Mateus, que todo el tiempo estuvo coordinando cuestiones de trabajo con el ayudante operativo, solicitó la cuenta y la pagó. En su regreso los acompañé al hotel. Me comprometí a estar al día siguiente en la plaza de Bolívar para despedirme de ellos. 

Llegué al otro día a la plaza, frente a la Gobernación, luego de haber asistido a una clase de siete a nueve de la mañana en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Ya iba a arrancar la etapa. Díaz Mateus y el asistente ya habían partido hacia Bogotá. Marco Antonio Bustos y Ramón Hoyos se encontraban ubicados en sus respectivos transmóviles. 

Aunque no me pude despedir de mis contertulios del día anterior, gocé viendo y oyendo al abogado y comentarista Javier Giraldo Neira, quien, parado junto a uno de los transmóviles  de Todelar analizaba las posibilidades de triunfo de los pedalistas más opcionados ese día. Le brotaban las palabras de manera natural y le imprimía sentimiento a sus afirmaciones.

— Ya tendré oportunidad de volverlos a saludar en otra ocasión, me dije mientras resignado observaba la partida de la caravana ciclística.

**

El Hotel Centenario, donde tuve ese encuentro que no olvido, ya no existe. Fue demolido a comienzos de la década de los ochenta. Era un edificio imponente, de arquitectura republicana. Sobre el lugar que ocupaba fue levantada una construcción que no pasa de ser una mole de cemento, ladrillo, piedra y varillas.

-Publicidad-