Como inaplazable e innegociable califica la recuperación del espacio público en Sogamoso, su alcalde Mauricio Barón.
No es algo nuevo, fue una promesa de campaña y la está cumpliendo. El fin de semana retomó el cauce de un canal del río Monquirá, utilizando hasta maquinaria amarilla, sacando 75 toneladas de basura y acabando con viviendas de personas señaladas de vender sustancias psicoactivas y que ya estaban asentadas en el sitio.
Pero el problema de invasión del espacio público no es exclusivo de Sogamoso, es de todas las ciudades en una pésima herencia que les dejaron los exalcaldes a los actuales mandatarios de la capital boyacense, Mikhail Krasnov; de Duitama, José Luis Bohórquez; de Paipa, Germán Ricardo Camacho, y de Chiquinquirá, Jefferson Caro Casas.
En los últimos años en Tunja se volvió costumbre que las vías que les fueron ‘quitadas’ a los carros, supuestamente para dejarlas peatonales, resultaran invadidas totalmente por vendedores ambulantes en medio de la anarquía que reinó en cuestiones de espacio público durante el gobierno de Alejandro Fúneme.
En Duitama no hay por donde caminar. Las calles céntricas se convirtieron durante los gobiernos de Alfonso Miguel Silva, Constanza Ramírez, pero especialmente en el gobierno de David Ortega, en un mercado persa y las vías del centro de la ciudad en un parqueadero a cielo abierto.
En Paipa, además de los ambulantes, el mismo comercio organizado resultó hasta sacando mesas y sillas a la calle, música y artículos sin que hubiera autoridad, y en Chiquinquirá el escenario no fue diferente a lo ocurrido en las demás ciudades de Boyacá en las que la anarquía aterra.
La postpandemia disparó las ventas ambulantes, situación a la que se sumó la presencia de ciudadanos extranjeros rebuscándose, pero todo esto encontró gobiernos permisivos y que permitieron que reinara la anarquía para que hoy las calles tengan dueños y sean foco de inseguridad.
Por eso, ahora los recién posesionados mandatarios tendrán la nada fácil labor de seguir el ejemplo del alcalde de Sogamoso: recuperar por las buenas o por las malas lo que no les pertenece a los ambulantes, lo que les pertenece a los transeúntes, lo que nos pertenece a todos.
