¡Miles de caminos, un solo puerto: la UPTC! – Wilmer Leal Pérez #UPTC70Años

Era el año 2004 y yo llegaba a la universidad pública de Sogamoso cargado de ilusiones, con una mochila atiborrada de sueños y con la firme decisión de aprovechar esa oportunidad que, gracias al esfuerzo enorme de mi familia, tenía ahora para seguir mis estudios superiores y así formarme como profesional para servir al país. No era yo solo: la inmensa mayoría de mis compañeros de entonces y el más alto porcentaje de los boyacenses que logramos un cupo en la universidad somos el resultado del esfuerzo incansable de nuestras familias por procurarnos un futuro mejor. Así recuerdo mi primer día como universitario.

Mi orgullo más preciado por entonces era saber que ahora hacía parte de la primera Escuela de Ingeniería de Minas fundada en el país; una escuela que ya gozaba de reconocimiento no solo nacional, sino internacional y en la cual esperaba formarme, para alcanzar el privilegio de contribuir al desarrollo minero responsable de mi departamento, en el que, fundamentalmente, la economía está impulsada en los sectores agrícolas y de industrias primarias.

Desde el primer momento me sentí honrado de estar allí, conocí muchas historias de vida, personas maravillosas que hasta el día de hoy siguen siendo mis amigos, docentes y compañeros que me recordaron la importancia de la formación, así que se convirtió en un reto lograr que más y más boyacenses tuvieran la oportunidad de acceder a la educación superior. La lucha estudiantil se convirtió en motivación y, junto a mis compañeros de esa gloriosa época para el movimiento estudiantil upetecista, empezamos a recorrer un camino nada fácil, pero sí muy satisfactorio en la intención de alzar la voz por los derechos de los jóvenes, ese derecho imprescindible a educarnos.

La UPTC había marcado ya un camino desde finales de los 60 y comienzos de los 70, cuando constituyó el sistema regional universitario, pero ampliar el alcance de esa idea loable, diversificar la oferta educativa y el acceso a la misma en la región y proponer nuevas sedes seccionales que llegaran a otras provincias fue uno de los más grandes e importantes derroteros que asumimos desde la Gobernación del departamento, en la que se inició nuestro liderazgo político                                                                                                                                                                                    
Con esa bandera e ideas y sueños cada vez más firmes, llegamos al Congreso de la República. Los boyacenses me dieron la confianza para representarlos y, desde ese escenario, fui uno de los autores de lo que hoy se conoce como la Ley de ‘Matrícula Cero’, que fue sancionada por el señor presidente de la República, Dr. Gustavo Francisco Petro Urrego, el 31 de julio pasado, iniciativa legislativa que, desde su más original concepción, se propuso lo que ahora ha logrado y es que cientos de miles de jóvenes puedan matricularse gratuitamente en las universidades públicas del país, disminuir la deserción académica y ampliar las oportunidades de acceso a la educación superior.

                                                                                                                                                                                      A mi alma mater, mi gloriosa Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, solo tengo para decirle: ¡GRACIAS! por darnos la oportunidad a tantos colombianos de formarnos profesionalmente, pero, sobre todo, por inculcarnos la vocación de servicio, dedicación y entrega a nuestra sociedad.

                                                                                                                                                                                      Que este septuagésimo aniversario siga haciendo realidad esos versos que forman parte de su himno, para que la epopeya iniciada por Julius Sieber y continuada por tantos y tantos que hemos dejado huella en sus campus siga vibrando en el eco victorioso de cada una de las gestas libertarias que, quienes seguimos comprometidos con su presente y futuro promisorio, tengamos la certeza de saber que el mejor regalo que podemos darle en cada nuevo aniversario es el de seguir abriendo caminos para su fortalecimiento.