Nacho Torres, Serpa, Garzón: sí nacimos pa’ semilla – Sergio Daniel Vargas Mora #Columnista7días

Nacho Torres cumplió 20 años de haber sido asesinado en octubre de este año. Lo mataron cuando encabezaba la carrera para ser el alcalde de Sogamoso en el año 2000. Estaba en una reunión política, lo subieron a un carro y lo desaparecieron. Encontraron su cuerpo en la vereda San Antonio en Firavitoba. Los sicarios de las Autodefensas de Casanare dispararon y se esfumaron. Nada se sabe de quien dio la orden desde arriba. El 11 de octubre del 2000 mataron a un hombre bueno que quería hacer cosas buenas por la ciudad y por la provincia de Sugamuxi. Lo recordaremos siempre. Nacho era un académico de izquierda que traía unas propuestas de avanzada para Sogamoso. Y lo mataron.

Rememoro a Nacho Torres, su legado y su recuerdo, cuando el país político y el país nacional lloran el fallecimiento de Horacio Serpa Uribe. El recordado Serpa, a diferencia de Nacho, pudo avanzar peldaño a peldaño hasta lo más alto de la política de Colombia. Hijo de familia humilde, Serpa se formó como abogado. Fue juez, concejal, diputado, representante a la Cámara, senador, procurador general de la nación, ministro del interior, copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente y candidato presidencial. Serpa fue un caso atípico en la política colombiana, tan acostumbrada a rancias y enquistadas casas políticas que a puro apellido llegan al Congreso, a los ministerios y a la Casa de Nariño dentro de ese carrusel de abolengos, plata y exclusión que caracteriza a nuestra democracia.

En una bonita entrevista que le hacen a Jaime Garzón, interpretando al inolvidable embolador Heriberto de la Calle, hablaba de Serpa diciendo que podría ser un buen presidente porque era “un man del barrio, un man que fue pobre, esos manes conocen la realidad”. Y hablaba también de su contrincante, hijo del presidente del fraude de 1970, otro de los hijos del establecimiento colombiano de apellidos y abolengos: “por ejemplo el doctor don Andrés toda la vida ha sido de carro blindado. No conoce lo que es coger una buseta”. A Garzón también lo mataron los violentos de siempre. Y tal como Nacho Torres, tampoco se sabe del todo quién dio la orden desde arriba para jalar el gatillo. El 31 de octubre se reencontraron Garzón, Nacho y Serpa. El último fue el que duró más sobre la tierra.

Serpa Uribe, el hombre del bigote, fue un aguerrido político, brillante orador y hombre de paz y de democracia. Dedicó sus últimos cuatro años en la política para defender el Acuerdo de Paz de La Habana y la Jurisdicción Especial para la Paz desde su curul como senador del 2014 al 2018. En su última entrevista en la Revista Semana dijo algo significativo: “No sé si ustedes me vayan a creer, pero yo nunca quise ser presidente. Entre otras cosas porque yo sabía que eso no estaba a mi alcance”. De haber sido presidente en el 2002, con Serpa nos hubiéramos ahorrado ocho años de desarreglos institucionales y violencia. Lo derrotaron las lógicas oscuras de aquel entonces. Hoy en el 2022 vemos como la oscuridad del 2002 se reedita con la misma virulencia, la misma violencia y la misma desesperanza.

Recordé con nostalgia una foto que mi abuelo materno, que al igual que Serpa falleció un 31 de octubre, pero en el año 2011, tenía una foto autografiada en la que aparecía con una gran sonrisa junto a Horacio Serpa. Mi abuelo, liberal puro, pensionado de Acerías Paz del Río, líder comunal del barrio Rafael Uribe de Sogamoso, al igual que muchos colombianos admiraba la berraquera de Serpa. El señor Mamola, liberal de verdad, humilde y hecho a pulso, dejó una huella grande en la historia política del país. Todos los políticos y políticas, de todos los partidos y vertientes, lamentaron su muerte, exaltaron su vida, su obra y su legado en la política. Les podía caer bien o mal Serpa, pero todos lo respetaban.

No nacimos pa’ semilla es un famoso libro donde se retrató la cruda violencia del narcotráfico en las comunas de Medellín en los años ochenta y noventa. Fue escrito por el investigador y exalcalde de Medellín Alonso Salazar. Y el título significa, en esencia, una ausencia de futuro sobre todo para los jóvenes. Cuando recordamos a Nacho Torres, a Jaime Garzón y a Horacio Serpa pensamos lo contrario. Nacimos para semilla a pesar de esta sociedad y de estos malos gobiernos. Para dejar huella. A los dos primeros la violencia nos los arrebató muy temprano. Todos dejaron semilla, ejemplo y legado. Buen viaje, Horacio Serpa, Nacho y Garzón. Que la tierra les sea leve.

CODA: Descanse en paz el doctor Fabio Rafael Contreras Alvarado, un hombre ejemplar, jurista destacado y un profesional que dejó una gran huella en Sogamoso. Mucha fuerza, paz y sentidas condolencias para su esposa Leyla, para sus hijas Diana, Mónica, Laura y a sus múltiples amigos, colegas, conocidos y a todos quienes tuvieron la fortuna de conocerlo.

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