Las calabazas de Nuevo Colón: la tradición boyacense que ilumina Halloween en Colombia

Tierra Negra suele ser el epicentro de la compra y venta de calabazas para las celebraciones del 31 de octubre.

En el sector de Tierra Negra, junto a la doble calzada, se exhiben y comercializan las conocidas calabazas o ahuyamas de Halloween. Foto: Boyacá Sie7e Días

*Por: Yuliana Bohórquez

En cada octubre, cuando el país se llena de luces, sonrisas talladas y decoraciones alusivas a Halloween, hay un rincón en Boyacá donde todo comienza: el municipio de Nuevo Colón, reconocido como la cuna de las calabazas o auyamas de temporada que llegan a los hogares, colegios y empresas de todo el país.

Desde hace muchos años los campesinos de Nuevo Colón se preparan para esta época especial. “La tradición de las calabazas de Halloween nace allá. Los cultivadores siembran desde marzo o febrero para tener los frutos listos en octubre”, explicó en diálogo con Boyacá Sie7e Días Juan David Morales, comerciante del sector de Tierra Negra, sobre la vía Tunja-Bogotá, donde se concentra la venta de este producto.

Morales detalla que existen dos tipos de auyama: la ‘Pukin’, que es decorativa y solo se produce en temporada, y la ‘Candelaria’, que se cultiva durante todo el año y es comestible. “La ‘Pukin’ es más insípida, no tiene la textura de la otra, y se usa solo para hacer las caritas. La Candelaria, en cambio, es la gigante, la que puede llegar a pesar hasta cuatro arrobas”, comenta con entusiasmo.

Cada octubre los comerciantes como Morales logran vender entre 30 y 50 auyamas al día, y en los fines de semana festivos las cifras pueden superar las 200 unidades, con precios que oscilan entre 4.000 y 40.000 pesos, según el tamaño. Esta actividad representa una importante inyección económica para el sector agrícola y comercial de la región.

“Este año hemos tenido buenas ganancias, aunque antes era más. Ha bajado un poco la demanda por las calabazas sintéticas que venden en las tiendas, pero la nuestra sigue siendo tradición”, agrega Morales, quien heredó el negocio de su padre, un pionero en el comercio de auyamas desde hace más de tres décadas.

El clima templado de Nuevo Colón facilita el cultivo, y la labor se ha convertido en símbolo de identidad campesina. Más de 200 cultivadores en la zona rural participan cada año en esta práctica, y el municipio celebra incluso el Festival Regional de la Auyama, con concursos a la mejor decorada y la más grande, eventos que atraen turistas y fortalecen la cultura.

La auyama Candelaria es una verdura comestible; generalmente es de gran tamaño. Foto: Boyacá Sie7e Días

Desde Tierra Negra, punto estratégico por su cercanía a la carretera nacional, las calabazas viajan hacia destinos nacionales, especialmente Bogotá, donde colegios, empresas y familias mantienen viva la costumbre de decorar con las tradicionales auyamas boyacenses.

“Esto es un trabajo conjunto entre campesinos y comerciantes. Ellos las siembran, nosotros las comercializamos. Es una cadena que mantiene viva la tradición y el orgullo del campo boyacense”, concluye Morales, agradeciendo la oportunidad de resaltar la labor agrícola de Boyacá.

La auyama ‘pukin’ no es comestible y sólo se cultiva para temporada de octubre. Foto: Boyacá Sie7e Días

Cada calabaza vendida no solo adorna un espacio para Halloween, sino que también cuenta la historia de esfuerzo y arraigo de los campesinos del departamento, quienes con sus manos y el esmero con el que cultivan la planta, mantienen viva una tradición que ya es patrimonio de Boyacá.

*Redactora de Boyacá Sie7e Días

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