La megapresa tiene una altura de 145 metros y una superficie máxima de 1.874 kilómetros cuadrados. Se empezó a construir en el 2011.

Con información de la Agencia EFE
El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, inauguró este martes la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), la mayor planta hidroeléctrica de África y construida en el Nilo Azul, pese al rechazo de Egipto y Sudán.
«La GERD no es sólo para los etíopes, es para África», afirmó Abiy en un escenario montado ante el principal muro de la GERD en la región etíope de Benishangul-Gumuz (oeste), a unos quince kilómetros de la frontera con Sudán, durante la ceremonia de inauguración.
«Este es nuestro gran logro: demostrar al mundo lo que somos capaces de hacer», subrayó el mandatario en una explanada cubierta con moqueta verde en la que se montó una carpa techada con una enorme bandera de Etiopía para acoger la ceremonia, que tuvo un marcado acento de exaltación nacional.
Abiy también envió un mensaje conciliador a otros países ribereños. «A nuestros vecinos de aguas abajo quiero asegurarles que no pretendemos hacerles daño, sino buscar una prosperidad común», aseguró.
Y tuvo, igualmente, palabras para los adversarios de Etiopía: «A nuestros enemigos, lejanos y cercanos, quiero asegurarles que el compromiso es una mejor opción», advirtió.
Al acto, que estuvo amenizado por cánticos y bailes folclóricos e incluyó un pequeño desfile militar, acudieron los presidentes de cuatro países vecinos: Kenia (William Ruto); Somalia (Hassan Sheikh Mohamud), Yibuti (Ismail Omar Guelleh) y Sudán del Sur (Salva Kiir).
También acudieron a la cita el presidente de la Comisión (secretariado) de la Unión Africana (UA), Mahmoud Ali Youssouf, y la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, entre otros invitados.
Abiy, que desveló una placa para conmemorar este histórico día, acompañó a los mandatarios en una visita a las salas de turbinas, donde les explicó el funcionamiento de esas instalaciones.
Etiopía considera la presa vital para su economía y espera no sólo que le permita satisfacer las necesidades energéticas de sus 135 millones de habitantes, la mayoría de los cuales -alrededor un 60 %- no tiene electricidad, sino también poder exportarla a otros países.
El proyecto también se ha convertido en un poderoso símbolo de orgullo nacional y ha impulsado el nacionalismo etíope, uniendo a una población a menudo dividida por tensiones étnicas y políticas.
Pero la GERD ha sido motivo de una larga disputa con Egipto y Sudán, ya que estos países consideran que es una amenaza para su seguridad hídrica y que vulnera acuerdos históricos sobre el uso del agua del Nilo.
El Nilo, cuya cuenca hidrográfica abarca once países, tiene dos afluentes principales: el Nilo Blanco, que se origina en la región de los Grandes Lagos; y el Nilo Azul, que empieza en el lago Tana de Etiopía y aporta al río el 85 % de su agua.
Pese a las repetidas garantías de Etiopía de que el proyecto no causaría daños significativos, los tres países no han logrado llegar a un acuerdo en las sucesivas negociaciones que han tenido lugar desde el 2015, y Egipto y Sudán han acusado al Gobierno etíope de proceder con las fases del llenado de la presa de manera unilateral.
Diseñada inicialmente para generar 6.000 megavatios de electricidad y almacenar unos 74.000 millones de metros cúbicos de agua en el lago artificial Nigat (Amanecer, en amárico), la capacidad de la GERD se ajustó finalmente a 5.150 megavatios (equivalente a casi seis centrales nucleares).
La presa, con una altura de 145 metros y una superficie máxima de 1.874 kilómetros cuadrados (un área mayor que la ciudad de Londres), se empezó a construir en 2011, bajo el Gobierno del entonces primer ministro Meles Zenawi (1995-2012).
Valorada en unos 5.000 millones de dólares (cerca de 4.300 millones de euros), la mayor parte de la GERD ha sido financiada por Etiopía mediante la venta de bonos del Gobierno y contribuciones de ciudadanos.