Porque no basta ‘brillar’, ¡queremos ‘iluminar’! La misión de la Santoto Tunja más allá de los lápices y escritorios – Fray Juan Pablo Romero Correa #ColumnistaInvitado

Se espera que las acciones tengan un impacto: Al final, ¿de qué sirve hacer algo si no queda una huella que pueda servir de horizonte para otros?

Esta misión la ha venido asumiendo la Santoto Tunja. Su presencia en el departamento de Boyacá ha permitido consolidar alianzas concebidas para avanzar en verdaderas transformaciones, no solamente para la economía o el medio ambiente, sino fundamentalmente para la sociedad.

El desarrollo sostenible, tal y como es concebido en la agenda 2030, y particularmente frente a las contingencias que ponen en entredicho el lugar de la universidad en el siglo XXI, nos plantea preguntas en torno a la respuesta verdadera, y sin duda honesta, que las universidades ofrecen a la solución de los problemas más sensibles de la sociedad.

En este asunto queremos compartir las bondades de la alianza con la Corporación para el Desarrollo y la Paz del Occidente de Boyacá -BOYAPAZ. Esta entidad nació en las entrañas de la Iglesia católica de Chiquinquirá el 2 de mayo de 2016; su presencia en la región ha permitido consolidar procesos sociales de largo aliento, especialmente en las comunidades campesinas del occidente de nuestro departamento. Las buenas prácticas asociadas a metodologías rigurosas, permitieron que esta entidad se proyectara a nivel nacional en algunos escenarios, especialmente relacionados con las juntas de acción comunal y la implementación de los planes ambientales escolares (PRAE): estrategia pedagógica que pretende abordar problemas y necesidades ambientales, promoviendo la educación para el desarrollo sostenible.

Pues bien, como parte de una agenda común, la Santoto Tunja ha podido interactuar con este actor en la solución de necesidades para el acceso a derechos tanto de la población de infancia-adolescencia de Quípama (Boyacá), y la integración para el fortalecimiento de capacidades para superar la xenofobia sobre la población migrante, por parte de los profesionales de la salud a nivel nacional. Estos y otros buenos frutos se constituyen en referente de responsabilidad social, y ponen en evidencia cómo la agenda académica jamás puede estar de espaldas a las tensiones sociales.

En tanto, nuestra Santoto Tunja trasciende las fronteras del departamento de Boyacá, donde desde hace 6 años venimos sembrando semillas de reconciliación y paz en la región del Catatumbo colombiano. Con el apoyo de los frailes dominicos presentes en esa región, la Universidad Santo Tomás Seccional Tunja viene sumando a la promoción del desarrollo humano integral de las organizaciones de mujeres campesinas en el municipio de Tibú. Este liderazgo, impulsado por el Instituto de Justicia y Paz Pablo VI, vinculado a la Facultad de Derecho, ha permitido consolidar procesos de emprendimiento comunitario y social, que hoy permiten sostener con tranquilidad que son germen de buenas noticias, especialmente en torno a la generación de ingresos de una población tradicionalmente vulnerada: en este caso, nuestras mujeres campesinas.

Por razones como estas, seguimos creyendo que la Santoto Tunja, en concordancia con los principios que la fundan, es la mejor opción para realizar allí el proyecto de vida de cualquiera de nuestros profesionales.

Porque somos conscientes de que no basta solamente formar la inteligencia, eso lo puede hacer incluso la inteligencia artificial; nos interesa formar al ser humano, porque nos mueve que más personas se sientan comprometidas en la solución de los problemas contemporáneos de una sociedad en permanente cambio. Por eso, en la Santoto Tunja somos luz, en la Santoto somos líderes.

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