
Ayer, en medio de la audiencia de rendición de cuentas en Úmbita, además de los diferentes logros y gestión de su equipo, el gobernador Carlos Amaya se refirió a las cifras en rojo con las que cerró el 2024 y mostró su preocupación por la caída en el recaudo en el impuesto de licores que ascendió a los 8.000 millones de pesos.
Y ahí aprovechó para pedirles a los alcaldes que le ayuden a hacerle frente al contrabando de licores, especialmente en lo que tiene que ver con un aguardiente amarillo que varios alcaldes permiten que se venda sin restricción alguna sobre todo en sus festividades.
“Ustedes son los que mandan en sus municipios alcaldes, pero quería contarles sobre la caída en nuestro recaudo en lo relacionado con el impuesto de licores y mientras a la par nos piden que, como Gobierno departamental, a través de la licorera les ayudemos con orquestas o artistas estelares, dejan que se venda licor de afuera de Boyacá libremente”, les dijo con algo de ironía el mandatario.
Y les añadió que hay quienes han tenido la cara, en medio de la verbena con el artista que les mandan desde la Licorera de Boyacá, no solo de permitir la venta de aguardientes y otros licores de contrabando, sino además de consumirlos y hasta brindarle a él como gobernador uno de esos tragos.
¡La verdad, se quedó corto el gobernador en el llamado de atención, pero como dicen por estos lados, al que le caiga el guante, que se lo chante!
Ahora la pregunta es: ¿con qué cara van a ir los alcaldes este año a pedir que les ayuden, si el año pasado los pescaron hasta con las manos en la copa de licor de contrabando?