La bondad, el oxígeno de la intimidad – David Sáenz #Columnista7días

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Hace unos días terminé de leer Memorias por correspondencia, de la artista y escritora Emma Reyes (1919-2003). La lectura fue una compañía real, pues me sentí vinculado con lo leído. Buscaba el silencio para entrar en el mundo presentado por la autora a través de sus cartas. Las cartas son dirigidas a su amigo, el intelectual Germán Arciniegas. En ellas se narran los descubrimientos más tempranos de un mundo que en muchos casos es inhóspito. Sin embargo, la construcción del relato pasado no tiene una carga de resentimiento.

De hecho, Emma, al contar las desgracias recurre al humor y a la tenacidad del espíritu para pasarlos en cierta medida por alto. En cambio, cuando se narran los actos bondadosos de quienes fueron dulces con ella, se siente fuerza en la expresión. Es decir, a Emma la marcó todo en su vida, pero lo que más le colmó su existencia fueron los momentos en que se sintió amada, querida, abrazada y respetada.

Ahora bien, aunque la bondad y el cariño tienen muy mala prensa, dado que se desconfía mucho de quienes actúan con afecto, realmente la ternura y el buen trato nos hacen mucho bien. En la cotidianidad nos encontramos con muchas personas, y tal vez, aquellas que hacen nuestros días más felices son las que tienen actos auténticos de bondad y de solidaridad. Y, en cambio, quienes a veces nos hacen daño son las personas que nos tratan con desdén, que nos saludan sin cortesía, que voltean el rostro para no saludarnos o que hacen comentarios peyorativos para referirse a nosotros.

En las cartas de Emma Reyes, logré sentir que cada vez que alguien la trataba con afecto y amor, le iluminaba el día y, en consecuencia, el pasado. Emma recuerda, es decir, vuelve a pasar por el corazón lo que seguramente le sucedió en los años 20 y 30. Sus recuerdos son tan vivaces que tienen que convertirse en arte, pintura, dibujo, escritura.

Al final, lo que deja el libro de Emma Reyes es la certeza de que la vida, con todas sus contradicciones y sufrimientos, se hace más vivible gracias a los momentos en los que fuimos amados y respetados. Sus cartas son un recordatorio de que la bondad y el afecto, son los que realmente calman los días en los que no encontramos sentido.

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