La COP29 tiene entre sus principales desafíos el de fijar una nueva meta financiera, con la movilización de muchos más recursos, frente al cambio climático, y establecer un nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación para el clima.
Con información de la Agencia EFE
Desde cómo aumentar la financiación frente a la nueva era de desastres climáticos, hasta cómo mejorar la adaptación, la mitigación de emisiones y la compensación a los países por pérdidas y daños, especialmente a los más vulnerables, son algunas de las cinco claves de las negociaciones de la cumbre climática mundial que se celebra en Azerbaiyán.
La conferencia de la ONU sobre el clima, la COP29, tiene lugar en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre, con la presencia de líderes de todo el mundo al más alto nivel para intentar intensificar la acción por el clima y proteger al mundo frente a los embates climáticos.
Apodada ‘la cumbre de las finanzas’, la COP29 tiene entre sus principales desafíos el de fijar una nueva meta financiera, con la movilización de muchos más recursos, frente al cambio climático, y establecer un nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación para el clima (NCQG, por sus siglas en inglés) adaptado a los nuevos tiempos.
Los desastres climáticos son cada vez más graves, con olas de calor de dimensiones desconocidas por todo el mundo, huracanes destructivos, sequías, deshielo de los polos; las evidencias llaman a gritos al mundo a buscar soluciones frente al cambio climático antes de que los efectos sean irreversibles.
Estas son las cinco claves de la COP29:
1. Financiación
La agenda de la cumbre vendrá marcada sin lugar a dudas por las negociaciones del denominado ‘nuevo objetivo colectivo cuantificado’ (new collective quantified goal, o NCQG) destinado a liberar mayores flujos financieros frente a la crisis climática.
La COP29 aspira a aumentar a partir del 2025 el desembolso destinado a la lucha climática y actualizarlo a los nuevos tiempos dado que la actual cifra de 100.000 millones de dólares anuales se pactó en el 2009 a escala global por los países desarrollados para respaldar a los más vulnerables frente a los embates del clima, pero se queda muy corta.
Este nuevo objetivo colectivo cuantificado es clave para mantener el compromiso del histórico Acuerdo de París del 2015, cuando los países pactaron contener el calentamiento global por debajo de 2 grados respecto a los niveles preindustriales y preferiblemente inferior a 1,5 grados.
Quedan pendientes de resolverse aspectos de la nueva meta financiera de los países: ¿quiénes habrían de confomar la base de países donantes de la financiación? ¿cuáles serían concretamente los receptores de las ayudas?
¿Qué cantidad del desembolso financiero pactado por los países procedería de fuentes públicas y privadas respectivamente? ¿se aportarían los fondos en forma de subvenciones, de préstamos?.
Existen fricciones muy acusadas sobre financiación entre los países desarrollados y el sur global, dado que estos últimos son las grandes víctimas del clima pese a que apenas son responsables del desastre dada su escasa industrialización.
2. Reducción de emisiones de CO2
Las emisiones de CO2 continúan en escalada libre en el mundo pese a los llamamientos de la comunidad internacional para revertirlas, y uno de los principales mecanismos de política climática para controlarlas son los llamados mercados de carbono.
‘Quien contamina paga’ es el principio que subyace tras dicha herramienta basada en un sistema de asignación de un precio a las emisiones de CO2 y la compra de créditos de derechos de emisiones para animar a gobiernos y empresas a reducirlas.
La COP29 aspira a promover un marco actualizado para estos mercados de carbono que aunque son muy relevantes arrastran ineficiencias. Los expertos reclaman mejor gestión, supervisión, trazabilidad y verificación.
3. Los países vulnerables, en el corazón de las negociaciones
Países en vías de desarrollo, como los africanos reclaman auxilio urgente y también los pequeños estados insulares en medio del océano, ante el riesgo de desaparecer por la subida del nivel del mar por el deshielo de los polos.
El fondo de pérdidas y daños está diseñado para compensar a esos países por los efectos catastróficos del cambio climático, en línea con los compromisos del Acuerdo de París. Es posible que por primera vez en el 2025 se pudieran repartir partidas de dicho fondo.
Hasta el momento se han comprometido solo por parte de los países alrededor de 700 millones de dólares pese a que las estimaciones por pérdidas y daños anuales de los países en desarrollo rondan los 400.000 millones anuales.
4. Más ambición climática
La COP29 llamará a aumentar la ambición climática con las contribuciones nacionales determinadas (NDC) o planes de reducción de emisiones de cada país, que deben ser actualizadas según el Acuerdo de París antes de febrero del 2025.
Están pendientes además los primeros Informes de Transparencia Bienales (BTR) que los países deben aportar para evaluar cómo se avanza en la implementación de esas contribuciones nacionales para reducir las emisiones y aumentar la adaptación, un compromiso a menudo eclipsado por el de la mitigación de emisiones.
5. Combustibles fósiles y energías renovables
En la COP28 se acordó que se debía triplicar la capacidad mundial de energías renovables para el 2030; la COP29 debe promover un consenso internacional que permita reducir el uso de combustibles fósiles, uno de los principales responsables del cambio climático.