Esta columna no trata sobre la importancia del mercado de las frutas, ni de su crecimiento potencial.
La innovación frugal tiene que ver con creatividad, eficiencia, sostenibilidad; se enfoca en encontrar soluciones de bajo costo; muchos dirían “hacer más con menos”; pero a pesar de sonar tan “políticamente correcto”, vale la pena pensar en la viabilidad de este tipo de innovación en el sector público.
Para hablar técnicamente de la innovación en escenarios organizacionales, se puede acudir a diferentes tipos de disciplinas y teorías.
Desde la perspectiva del comportamiento organizacional, más específicamente en el marco del desarrollo de una cultura organizacional, un ambiente que promueve la innovación requiere que se acepten riesgos y experimentación, pero en el sector público suele privilegiarse la estabilidad sobre la experimentación.
Un reto importante en el contexto colombiano estaría en lograr estabilidad en políticas públicas clave, al tiempo que se acepta innovación y propuestas creativas que tengan impactos sociales relevantes.
Desde una perspectiva política, es común que se mida el compromiso con un tema en función a los recursos asignados, por eso, una situación paradójica, en el marco de la innovación frugal, tendría que ver precisamente con la naturaleza del compromiso con un proceso, yendo más allá del recurso económico, pero, por su puesto, sin banalizar su relevancia.
Acá habría una suerte de contradicción ontológica, al equiparar recursos financieros con compromiso, y pretender mucho compromiso sin muchos recursos.
Una cultura de la innovación puede reñir con una cultura extremadamente jerarquizada, pero la jerarquía es clave en las instituciones públicas; la promesa de una orientación a los procesos (duro con los procesos, suave con las personas, dicen los consultores de la región cundiboyacense), heredada de los principios de gestión de calidad (ISO-9001, NTCGP-1000, etc.), muchas veces es un principio aplicado a medias, que permite soñar con organizaciones cada vez más “orgánicas” u “horizontales”, pero que no siempre logra convertirse en un eje rector.
Claramente, sí se puede innovar respetando las jerarquías, pero el reto está en el fomento de una cultura organizacional que lo posibilite.
Para lograr la innovación frugal en el sector público, es importante entender que, en la lógica de los estados y los gobiernos, el reto no siempre es “hacer plata” (vale la pena pensar en teorías como la del estado emprendedor para reflexionar más profundamente sobre estos temas), sino que debe pensarse en términos de impactos sociales y en el bienestar de las poblaciones.
En este orden, el reto no esta únicamente en desarrollar prototipos de servicios y productos, sino en lograr beneficios sociales para la gente.