Fuerte y decidida el río la vio nacer,
cuidar y proteger, el destino la marcó,
aprender de sus ancestros su mayor valor
supo afrontar peligros y a la muerte venció.
El puy y la farina, alimentos milenarios
calmaron su agonía sin desfallecer.
La selva lugar sagrado, siempre los acogió;
nomos y mohanes acompañaron su andar,
3.
Seres gigantes se inclinaron con gran curiosidad,
ofreciéndoles sus grandes y frondosas ramas.
Ellos tan frágiles y pequeños se dejaron abrazar,
la lluvia y el viento afuera, y los niños a soñar.
4.
Pequeñas manos trabajaron con premura,
troncos, bejucos y palmeras, armaron su cambuche.
Juegos de la infancia, se hicieron realidad,
crecieron a la fuerza en la adversidad.
5.
Frutos y semillas, cuáles si y cuáles no,
los saberes de los abuelos fueron su guía,
alimentarse bien fue prioridad,
proteger su cuerpo y buscar seguridad.
6.
Pequeñas huellas sin reconocer,
Iban en la noche y venían al amanecer,
fue “Mapiripana” que volvió a la selva,
exprimiendo nubes y el agua mantener.
7.
Pero fue “Wilson”, con su agudo olfato
quien selva adentró los encontró,
compartió con ellos el hambre y la tristeza,
y nunca más volvió.
8.
“Guardianes milenarios de la selva”,
espíritus jóvenes que no se dejaron doblegar,
su hallazgo significa vida,
su resistencia, libertad.
Raquel Casallas Carreño.
Biografía: Raquel Casallas Carreño
Nacida en Bogotá en el año en que la mujer votó por primera vez en Colombia. Mi vocación de Maestra me permitió durante 30 años contribuir en la formación de niños y jóvenes de varios colegios públicos de Bogotá. Actualmente estoy felizmente retirada y viviendo en el área rural del municipio de Fusagasugá. Con el inicio de la pandemia comencé a interesarme por la escritura creativa, primero en la Escuela de Formación de la secretaría de Cultura y luego como invitada en la comunidad virtual de Historias en Yo Mayor. Un espacio maravilloso de aprendizaje y de creación no sólo literaria, sino también de convivencia y valoración de los seres humanos que conforman dicha comunidad.