“La atención es el principio de la devoción”.
Mary Oliver
Esta semana estuve en un conversatorio en el marco de la Feria del Libro de Boyacá, Filboy. Escuché a cuatro mujeres revestidas de inteligencia, conocimiento, bondad y sabiduría: Isabel Zapata, Laura Escobar, Natalia Noguera y Camila Charry Noriega. La conversación respondió a la pregunta: ¿Cómo amar este mundo? Para responderla, tomaron como referencia dos libros de la escritora mexicana Isabel Zapata: Troika y Una ballena es un país, publicados por las editoriales independientes Animal Extinto y Pequeña Bestia, respectivamente.
Seguro que cada una de las personas que escuchamos a las escritoras comprendimos algo diferente. Precisamente por ello, quisiera hablar de algunas de las ideas con las que me quedé y con las que quisiera hacer un estrecho vínculo de vida.
En primer lugar, que la vida, no solamente la humana, sino la vida completa, es un misterio. Ante el misterio, solo podemos hacer algo: prestar atención y sentir devoción. Tal vez reconocer que la vida es un misterio nos salve del tiempo en el que vivimos, en el que todo se vuelve cuantificable, medible, categorizable y, en consecuencia, invivible.
Por otra parte, el amor no es otra cosa que una mirada atenta. Esa mirada atenta es la que permite que haya una sorpresa, la cual nos puede hacer sentir fascinación frente a la vida. Poner la mirada en la planta, la flor, el cielo, la nube, el árbol, la luna, la perra, el perro, lo otro, el otro es el sentido del amor y del cuidado. Quedarse perplejo frente a la belleza de lo observado y sentir que la mirada atenta y amorosa nos hace salir de lo categórico y lo establecido es lo que nos devolverá la vida, tan perdida en esta época de tanta ceguera frente a lo bello.
Por consiguiente, amar el mundo implica reconocer que la vida es un misterio y que, frente al misterio, lo único que se puede hacer es sentir asombro y devoción. Cambiar la mirada ciega frente a la vida, ver con atención, es lo que significa amar. Solo el amor, así suene gastado, puede hacer que sintamos esta vida, que deseemos vivir en conexión, no solo con lo humano, sino con todo lo que nos circunda y lo que circundamos.