Dividir y fracasar – Nicolás Palacios #ColumnistaInvitado

Nicolas Palacios Columnista Invitado

Cada día que pasa parece que Petro pierde más credibilidad en la sociedad colombiana, incluso entre aquellos que, como yo, queremos lo mejor para Colombia, más allá de haber votado por él o no.

Es evidente que hoy enfrentamos un Gobierno marcado por escándalos, tanto gubernamentales como personales. Aunque cada individuo tiene derecho a una vida privada, especialmente aquellos que están públicamente expuestos, no se puede evitar sentir decepción por la dirección que ha tomado el país.

Actualmente contamos con un Gobierno prepotente, que parece haber perdido de vista el propósito por el cual sus votantes lo eligieron: ser un cambio frente a la política tradicional. Sin embargo, hoy vemos a muchos de esos mismos actores de la política tradicional ocupando altos cargos ministeriales o embajadas de renombre.

Entonces surge la pregunta, ahora que este Gobierno ha llegado a la mitad de su mandato: ¿cuál ha sido el cambio?

Este Gobierno ha estado marcado por dilaciones y, hasta el momento, la calidad de vida ha decaído. Un estudio realizado por la revista estadounidense US News y la Universidad de Pensilvania muestra que, de 2022 a 2023, Colombia cayó ocho posiciones en indicadores socioeconómicos como educación pública, seguridad, sistema de salud y mercado laboral.

Creo firmemente en que la siembra de odio y una falsa lucha de clases no resuelven las problemáticas reales que enfrentan los colombianos. Hoy vemos una economía estancada, con un crecimiento desacelerado en comparación con las expectativas iniciales. Además, los escándalos de corrupción que involucran a altos funcionarios y el alto costo de vida agravan aún más la situación. Esto es el sentir de la mayoría de los colombianos, quienes a menudo no tienen ni para un pasaje de bus o un litro de leche.

Por otro lado, uno de los pilares de la campaña presidencial de Petro y Francia Márquez fue la reforma agraria en favor del agricultor y el campesino, con un enfoque en la restitución de tierras. Sin embargo, al analizar los detalles, esto resulta ser una farsa. De nada sirve tener acceso a la tierra si no se cuenta con herramientas para trabajarla. Hoy en día no existe una política gubernamental que garantice esto, ya sea mediante subsidios o entrega de materiales al sector rural para cubrir las necesidades de producción en el campo colombiano.

Petro, junto con sus funcionarios y congresistas, quienes además de estar implicados en escándalos de corrupción, fomentan un odio de clases de manera hipócrita. Aquellos que dicen luchar por la equidad social hoy disfrutan de los privilegios que antes criticaban. No se trata de que no puedan hacerlo, sino de ser coherentes con las ideas que predican a sus seguidores.

Por último, es claro que este Gobierno no ha definido una ruta clara para el país. Presenta ideas, pero no las ejecuta. Hoy tenemos a un presidente con uno de los índices de favorabilidad más bajos en la historia política moderna de Colombia. Esto es simplemente el resultado de sus propias acciones, ya que cada quien cosecha lo que siembra, y lo que ha cosechado es un rechazo total de la sociedad frente a un Gobierno inepto e ineficiente.

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