Estudiantes y maestros: una alianza para crecer – David Sáenz #Columnista7días

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Afortunadamente, las prácticas pedagógicas han dejado atrás el uso de la violencia física como método de enseñanza. La célebre frase «La letra con sangre entra» hoy nos parece lejana y contraria a los valores que aspiramos a cultivar como sociedad. En la actualidad, las nuevas pedagogías se basan en el amor, la individualidad, la cercanía, la horizontalidad y la construcción conjunta del aprendizaje.

Hoy en día, las clases no son una tortura física ni psicológica para el estudiante. Sin embargo, para el maestro, a veces la experiencia puede ser frustrante, dado que su labor no solo consiste en impartir conocimientos, sino también en entretener al estudiante, como si la clase necesariamente tuviera que ser un espectáculo.  En definitiva, tal situación hace que la clase para el maestro sea una tortura.

Quizás sea necesario que el estudiante asuma su rol con mayor responsabilidad y reconozca que el primer paso hacia el aprendizaje es aceptar su ignorancia. Solo quien se considera ignorante puede abrir su mente y su cuerpo al aprendizaje. En cambio, quien no reconoce su vacío, difícilmente aprenderá.

Una de las maneras más efectivas de aprender es mediante el silencio atento, que permite que el cerebro se active. Del mismo modo, sin silencio no hay posibilidad de réplica; cuando se guarda silencio y se escucha, también se puede preguntar e interpelar.

Por último, es fundamental la disposición. No importa cuán aburrida pueda parecer una clase; si hay disposición, se aprenderá y se generará un ambiente armónico en la clase.

Además, es crucial que las instituciones educativas fomenten un ambiente que valorice el esfuerzo y la dedicación tanto de estudiantes como de maestros. Reconocer el trabajo académico y el compromiso con el aprendizaje contribuye a crear una cultura donde el conocimiento y el crecimiento personal son altamente valorados. Esto no solo beneficia al individuo, sino que también fortalece a la comunidad académica.

Finalmente, debemos recordar que el proceso de aprendizaje es bidireccional: los maestros también aprenden de sus estudiantes. Este intercambio constante de ideas y perspectivas enriquece tanto la enseñanza como el aprendizaje. Al reconocer la importancia de esta dinámica, promovemos un entorno de respeto mutuo y crecimiento colectivo.

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