En esa batalla se registraron 13 muertos y 53 heridos del Ejército patriota. Las fuerzas españolas, después de sufrir una gran mortandad, rindieron sus armas.
La batalla del 7 de agosto de 1819 en el Puente de Boyacá consagró al Ejército Libertador y selló la independencia de la patria, después de 74 días de una extenuante campaña militar.
Daniel Florencio O’Leary, un oficial irlandés que luchó al lado del libertador Simón Bolívar y de quien fue su edecán, dejó escrito un relato sobre la Batalla del Puente de Boyacá.
O’Leary escribió que el 7 de agosto continuó Barreiro su marcha y apenas se cercioró de ello Bolívar, que en persona hacía un reconocimiento de la dirección que llevaba, dio orden a su ejército, que tenía formado en la plaza de Tunja, de marchar hacia el punto a donde el enemigo se dirigía, con intención de interponerse entre este y Santa Fe.
“A las dos de la tarde llegaba al puente de Boyacá la primera columna realista y estaba pasándolo cuando la vanguardia patriota la atacó por retaguardia, a tiempo que la división de Santander coronaba las alturas que dominaban la posición en que Barreiro había desplegado su ejército”, señala el escrito.
La batalla se inició con escaramuzas de guerrillas: una columna de cazadores realistas pasó el puente a las órdenes del coronel Jiménez y se formó en batalla.
Barreiro no pudo cruzar el puente con el grueso de su ejército, por lo que ordenó retirarse a tres cuartos de milla del puente.
“Esto dio tiempo a los independientes de cortarle la comunicación con Santa Fe. Dióse orden inmediatamente a Santander para forzar el puente y a Anzoátegui para atacar simultáneamente la posición realista por el ala derecha y por el centro. Se generalizó entonces el combate; la infantería española se comportó con gran denuedo por algún tiempo, hasta que Anzoátegui con sus lanceros envolvió su ala derecha y les tomó la artillería que el Batallón Rifles había atacado de frente”, narró Daniel Florencio.
De acuerdo con el parte del general Soublette, jefe de Estado Mayor del Ejército, fechado el 8 de agosto de 1819 en Ventaquemada, 2.000 republicanos vencieron a 3.000 realistas.
“Al amanecer el día de ayer dieron parte los cuerpos avanzados de que el enemigo estaba en marcha por el camino de Samacá; el Ejército se puso sobre las armas, y luego que se reconoció que la intención del enemigo era pasar el puente de Boyacá para abrir sus comunicaciones directas y ponerse en contacto con la capital, marchó por el camino principal para impedírselo, o forzarlo a admitir la batalla”, escribió en su informe Soublette.
El oficial dio cuenta de que la vanguardia enemiga había subido una parte del camino persiguiendo la descubierta patriota, y el resto del ejército estaba en el bajo a un cuarto de legua del puente, y presentaba una fuerza de 3.000 hombres.
“El Batallón Cazadores de nuestra Vanguardia desplegó una compañía en guerrilla, y con las demás en columna atacó a los cazadores enemigos y los obligó a retirarse precipitadamente hasta un paredón, de donde fueron también desalojados; pasaron el puente y tomaron posiciones del otro lado; entretanto nuestra infantería descendía y la caballería marchaba por el camino”, relató Soublette.
El informe militar decía que el enemigo intentó un movimiento por su derecha, y se le opusieron los Rifles y una compañía inglesa. Los batallones 19 de Barcelona y Bravos de Páez con el escuadrón de caballería del Llano Arriba, marcharon por el centro. El Batallón de línea de Nueva Granada y los Guías de retaguardia se reunieron al Batallón de Cazadores y formaban la izquierda. La columna de Tunja y la del Socorro quedaron en reserva.
“En el momento se empeñó la acción en todos los puntos de la línea. El señor general Anzoátegui dirigía las operaciones del centro y de la derecha: hizo atacar un batallón que el enemigo había desplegado en guerrilla en una cañada, y lo obligó a retirarse al cuerpo del ejército, que, en columna sobre una altura, con tres piezas de artillería al centro y dos cuerpos de caballería a los costados, aguardó el ataque.
Las tropas del centro, despreciando los fuegos que hacían algunos cuerpos enemigos, atacaron la fuerza principal. El enemigo hacía un fuego terrible; pero nuestras tropas, con movimientos los más audaces y ejecutados con la más estricta disciplina, envolvieron todos los cuerpos enemigos. El escuadrón de caballería del Llano-Arriba cargó con su acostumbrado valor y desde aquel momento todos los esfuerzos del general español fueron infructuosos”, dice el informe.
El final glorioso de este combate
Según el parte del general Soublette, todo el ejército enemigo quedó en poder de las fuerzas patriotas.
“Fue prisionero el general Barreiro, comandante general del ejército de Nueva Granada, a quien tomó en el campo de batalla el soldado del Primero de Rifles, Pedro (Pascasio) Martínez; fue prisionero su segundo el coronel Jiménez, casi todos los comandantes y mayores de los cuerpos, multitud de subalternos y más de 1.600 soldados; todo su armamento, municiones, artillería, caballería; apenas se han salvado 50 hombres, entre ellos algunos jefes y oficiales de caballería que huyeron anteriormente”, escribió el oficial.
Soublette en su informe relató que la pérdida del Ejército patriota consistió en 13 muertos y 53 heridos; entre los primeros, el teniente de caballería N. Pérez y el reverendo padre fray Miguel Díaz, capellán de vanguardia, y entre los segundos, el sargento José Rafael de Las Héras, el capitán Johnson y el teniente Rivero.
“Bolívar en persona persiguió a los fugitivos hasta Ventaquemada donde pasó aquella noche. A la mañana siguiente se ejecutó un acto de justa retribución. Vinoni, el traidor, que tuvo la principal parte en la sublevación y entrega del castillo de Puerto Cabello a los españoles, fue reconocido por Bolívar entre los prisioneros hechos durante la persecución y mandado ahorcar en el acto”, cuenta en su escrito sobre la Batalla del Puente de Boyacá Daniel Florencio O’Leary.