
La Universidad Santo Tomás, Seccional Tunja, en el marco del lanzamiento de su nuevo programa, Ingeniería de Datos e Inteligencia Artificial, contó con la presencia de destacados expertos en el tema, como Leonardo Flórez Valencia de la Pontificia Universidad Javeriana y Mauricio Lizcano Arango, ministro TIC. Además de hablar acerca de muchos aspectos académicos de la ingeniería de datos y de la IA, ambos coincidieron en resaltar cómo la sociedad en general necesita de la ética para enfrentar esta revolución tecnológica que se intensificará con los años. Asimismo, concordaron en que la palabra utilizada por el rector seccional, Fray Fernando Mancipe: «discernimiento», se hace fundamental para saber decidir los usos que le daremos a estas tecnologías.
Estas dos palabras, ética y discernimiento, deben estar intrínsecamente ligadas al relacionamiento que la humanidad tiene y tendrá con la inteligencia artificial. Reflexioné sobre esto, por ejemplo, al considerar el surgimiento de los deepfakes, una tecnología que permite manipular videos y fotografías de manera tan realista que es casi imposible distinguirlos de la realidad.
Escuché un podcast del New York Times, titulado «Real Teenagers Fake Nudes: The Rise of Deepfakes in American Schools«. En el episodio se refleja una situación alarmante: en una escuela de Estados Unidos, algunos estudiantes (hombres) manipularon fotografías de sus compañeras mediante deepfakes para crear imágenes falsas de desnudos, enseguida, las distribuyeron sin ningún tinte de sensatez entre la comunidad estudiantil. Este podcast pone en evidencia las devastadoras consecuencias de la falta de ética y discernimiento en la era digital.
La ética es esencial para navegar este complejo panorama. Aunque muchos nombren esta palabra sin pensarla, es necesario recordar que, la ética proviene de la filosofía, un saber que tantos desechan y lo titulan de relleno. Estos saberes milenarios que se actualizan a todas las épocas cuando son estudiados nos ayudan a pensar y a forjar nuestro carácter y a buscar la felicidad a través de él. El carácter es una forma de ser donde se practican las virtudes, es decir, las excelencias que nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros mismos y a convivir con los demás. Contrario a lo que sucede con el caso de los deepfakes y muchísimos otros más.
Por otra parte, la ética nos obliga a cuestionar muchas cosas, por ejemplo: ¿quién tiene el derecho de manipular imágenes y videos y con qué propósito? ¿Es ético utilizar una tecnología tan poderosa sin considerar las posibles consecuencias para individuos inocentes? ¿Por qué el objetivo de tanta violencia recae sobre quienes históricamente han sido vulnerados? ¿Qué tan felices podemos ser cuando utilizamos la tecnología para destruir la vida de otros? Las respuestas parecen obvias, sin embargo, si ocurren casos como el mencionado, es porque no son tan claras.
Precisamente por esto, las universidades, los colegios y la sociedad deben cultivarse en las humanidades. Las humanidades, que abarcan saberes que dialogan con la filosofía, la historia, el periodismo, la literatura, etc., nos enseñan a pensar críticamente y a comprender el contexto humano detrás de los desarrollos tecnológicos. Nos proporcionan las herramientas necesarias para cuestionar y desafiar el uso de la tecnología de maneras que puedan ser perjudiciales para la sociedad y para nosotros mismos. En una era donde la inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas están transformando muchos aspectos de la manera en que nos relacionamos, es esencial que mantengamos una perspectiva crítica y ética.
La inteligencia artificial tiene el potencial de revolucionar numerosos aspectos de nuestra vida, desde la medicina, la logística, los negocios, el análisis de datos, la educación, el entretenimiento, tal como mencionaron los panelistas en el lanzamiento del programa. Sin embargo, sin una base sólida en ética y humanidades, corremos el riesgo de permitir que estas tecnologías se utilicen de manera perjudicial. La educación en humanidades nos prepara para abordar estos desafíos, fomentando una ciudadanía crítica, ética y consciente, capaz de participar activamente en debates sobre el uso responsable de la tecnología.