La exposición del casanareño se centro en los cien años de ‘La vorágine’, la novela de José Eustasio Rivera.
El escritor llanero Delfín Rivera Salcedo dictó conferencia sobre el centenario de ‘La vorágine’ en la Academia Colombiana de la Lengua. Foto: archivo particular
Delfín Rivera Salcedo, el escritor y poeta de Trinidad, fue invitado a dictar una conferencia sobre el centenario de ‘La vorágine’, para hablar de las denuncias del genocidio indígena por la explotación cauchera y el estudio de la llaneridad.
Con un reclamo del presidente de la Academia, Eduardo Durán Gómez, en el que advierte que, el país ha permitido que los años pasen sin medir la riqueza sociológica de ‘La vorágine’, en que las denuncias sobre el problema social de la Amazonia y de la explotación abusiva de sus recursos que ha tenido hondas repercusiones en el cuidado del medio ambiente y, luego de 100 lustros, se ha permitido que los años pasen y que los atropellos contra los recursos del entorno continúen.
Por su parte, Delfín Rivera destacó en el relato de ‘La vorágine’ la belleza del paisaje llanero y del conflicto entre llaneros y guahibos, las relaciones del hato, las faenas del trabajo de llano, la doma de caballos, la recogida de las cimarroneras, el robo de ganado y el comercio de vacunos en medio de la poética y el habla popular de los llanos de entonces.
En su conferencia, el escritor llanero sostuvo que, hubo un tiempo en que para Colombia la libertad era el llano, y para el llano la libertad era Casanare y para Casanare la libertad era la Trinidad del Pauto.
Un pueblo con geografía de cielos abiertos, horizontes inalcanzables, infinitos, donde el grito largo se convierte en copla, de caminos entretejidos por mastrantales, pajonales y moriches, un pueblo de historia de rebeldías y de estandartes libertarios conquistados con la triada de caballo, lanza y jinete, un pueblo donde los neogranadinos quisieron bañarse de libertad y encender la chispa con las narices calientes de los caballos de la revolución.
La referencia histórica que hace Rivera Salcedo está basada en las épocas después de la expulsión de los jesuitas, en que los ganaderos venezolanos desde los llanos del Guárico y El Apure llegan como colonizadores invasores a las tierras casanareñas, buscando buenos y nuevos pastos para sus ganados, como también el aumento de sus rebaños con los ganados de las cimarroneras de los hatos jesuitas Macarabure, El Algarrobo, San Emigdio, Santa María, etc., ubicados en las sabanas triniteñas.