
En un país tan polarizado y con ese maniqueísmo infernal, ahora es fácil acabar con la honradez de una persona. Hoy la perversidad se ha apoderado de las personas y gozan con el dolor ajeno. Me explico, aparece una noticia en redes que algunas veces corresponde a falsos perfiles; el ciudadano la lee y, automáticamente, la multiplica, sin importar si es verdad o mentira. Se volvió un deporte nacional la infamia y si es en contra del amigo, porque déjenme recordarles no tenemos amigos, o peor del adversario o de la persona que envidiamos por el éxito, inmediatamente la difundimos por las redes, sin importar el impacto negativo que causen.
De la misma forma sucede en el orden nacional, en donde los medios de comunicación tradicionales se prestan para multiplicar entrevistas a bandidos y confundir al pueblo indolente. El delincuente concede una entrevista con un sartal de mentiras o verdades a medias, el medio se presta para difundir el contenido y de inmediato colocan a la persona o personas señaladas en el escarnio público, antes de ser escuchadas por las autoridades competentes.
Los ciudadanos de bien le pedimos a la nueva fiscal general de la nación que investigue a fondo todos los delitos que se cometen a diario en el país y que se castigue a los responsables y si los delatores no prueban lo que anuncian en medios de comunicación y redes, que se les aplique la ley. Hoy los servidores públicos honestos, que son la mayoría, están amenazados por individuos que la envidia y el éxito les carcome y se esconden en redes para deslegitimar, mentir, confundir y difamar al presunto amigo, enemigo o adversario.
Esperamos que las declaraciones dadas a los medios por estos delincuentes y las pruebas que dicen poseer, las entreguen en sus interrogatorios para acogerse al principio de oportunidad que les brinda la justicia, de lo contrario estarían los periodistas y las plataformas en redes haciendo justicia por sus propias manos para acabar con el patrimonio más preciado por el ser humano, que es el derecho al buen nombre.
Es una forma de violencia que está siendo utilizada para difamar, sin la posibilidad de defensa. Como respondía el escritor norteamericano Iván Eland en ‘Publimetro’: “Creo que parte de la razón por la que la democracia está en crisis en estos momentos es el cambio en el consumo de medios de comunicación hacia plataformas de medio sociales, cuyas audiencias aún no han desarrollado el escepticismo necesario para evitar la manipulación”. Yo le agregaría que sin ninguna responsabilidad están acabando con las instituciones públicas y con la sociedad.