La paradoja de la seguridad y la libertad – Carlos David Martínez Ramírez #Columnista7días

Columnistas 7 dias Carlos David Martinez

La dicotomía entre seguridad y libertad ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia, planteando dilemas éticos y políticos que no tienen una solución simple. Si bien es innegable que la seguridad es crucial para el bienestar de una sociedad, también es importante reconocer que puede conllevar limitaciones a las libertades individuales. En este contexto, es fundamental encontrar un equilibrio que garantice tanto la protección como los derechos fundamentales de los ciudadanos.

La seguridad proporciona un entorno estable y predecible en el que las personas pueden desenvolverse sin temor a amenazas externas. Desde la protección contra la delincuencia hasta la prevención de desastres naturales, las medidas de seguridad son esenciales para salvaguardar la vida y el patrimonio de los ciudadanos. Además, una sensación de seguridad fomenta la confianza en las instituciones y promueve la cohesión social, aspectos fundamentales para el funcionamiento saludable de una comunidad.

Sin embargo, un tema recurrente en países desarrollados tiene que ver con cómo la búsqueda excesiva de seguridad puede llevar a la erosión de las libertades individuales. Las medidas de vigilancia masiva, la restricción de derechos civiles y la imposición de leyes draconianas en nombre de la seguridad pueden socavar los principios democráticos y vulnerar los derechos humanos. En un intento de proteger a la población, los gobiernos pueden terminar limitando las libertades de expresión, asociación y privacidad, socavando así los pilares de una sociedad libre y abierta.

En nuestra región, suele discutirse si para combatir la inseguridad se requieren medidas coercitivas o si se deben atender problemas estructurales como la pobreza y el desempleo. Se parte del supuesto de que si las personas tienen satisfechas sus necesidades básicas, es menos probable, casi imposible, que recurran a la violencia o al crimen.

Por lo tanto, es crucial encontrar un equilibrio entre seguridad y libertad que permita proteger a los ciudadanos sin sacrificar sus derechos fundamentales. Esto implica adoptar enfoques proporcionados y basados en evidencia (científicamente) para abordar los riesgos a los que se enfrenta la sociedad, así como salvaguardar los mecanismos de control y rendición de cuentas que protegen contra el abuso de poder por parte de las autoridades.

En fin, la seguridad y la libertad no son conceptos mutuamente excluyentes, sino complementarios. Una sociedad segura es aquella que protege tanto la vida y la propiedad como las libertades individuales y los derechos humanos. En este sentido, el desafío radica en encontrar un equilibrio que permita a las personas vivir sin miedo mientras disfrutan plenamente de sus libertades y derechos, al tiempo que se atienden las necesidades de los más vulnerables.

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