¿Con qué derecho opinamos sobre los cuerpos ajenos? – María Teresa Gómez #Columnista7días

Columnistas 7 dias Maria Teresa Gomez

Seguimos escuchando en varios ambientes sociales comentarios acerca de los cuerpos ajenos como una actitud normalizada de las personas, tomándose atribuciones a opinar y juzgar sobre la corporeidad de los otros que ocasiona afectaciones a nivel social y psicológico. Este tipo de mensajes radican de una prescripción cultural con unas costumbres instaladas socialmente, principalmente en contra de las mujeres, con unas percepciones estéticas deformes, impuestas por un imaginario machista y esnobista de autoridad moral que denigra el valor de la mujer.

Con qué derecho nos atribuimos opinar de la apariencia de los demás con ínfulas de autoridad y arrogancia de poseer una verdad sobre aquello que juzgamos correcto, tal vez sea porque se ha naturalizado en nuestra cultura y por miedo a ser rechazados no se exigía respeto; no se era lo suficientemente consiente del daño psicológico que ocasionaban este tipo de comentarios hacia la persona. En este sentido, la socióloga Ana Medina, coordinadora de proyectos de la organización Rebelión del Cuerpo, señala que el 86 % de las mujeres deja de disfrutar actividades cotidianas, como socializar, ejercitarse y hablar en público, por cómo lucen, lo que las limita a no sentirse seguras de sí mismas. Sin embargo, ciertos sectores de la sociedad se han sublevado ante estos atropellos que a través de medios alternativos han visibilizado y divulgado la afectación a nivel social y psicológica a la que somos sometidas las mujeres. 

Desde muy pequeños se nos enseña o hemos sido víctimas de este tipo de agresiones verbales; en los círculos familiares se continúa escuchando decir: ¡gordita no te van a querer!, ¡estás como repuestica no… bájale a la comidita! o en el caso de las personas delgadas les dicen: ¡cuando crezcas te van a decir, gorda tírame un hueso!, como si el fin primordial en la vida de una mujer fuera conseguir pareja para sentirse realizada. 

Por otra parte, en otros espacios sociales se escuchan comentarios bastante excluyentes, clasistas y hasta racistas en contra de la corporeidad de las mujeres comparándolas con otras con comentarios como: “Los cuerpos de las mujeres de clima tropical están mejor formados a comparación de los cuerpos de las mujeres del interior del país, como por ejemplo en Boyacá”, o “tienes cara bonita, lástima lo rellenita que estás, “si bajaras esa panza estarías rebuena”. Lo que me sorprende de estos juicios corporales que he escuchado con frecuencia, es que provienen de personas con niveles de estudio académico significativos, sin embargo, la calidad de persona no proviene de los títulos profesionales que alcances, sino de los valores que afiances y desarrolles en tu vida.  

Los medios masivos de comunicación, entre ellos el internet, tienen una gran responsabilidad en promover estos imaginarios estéticos con supuestos estándares de belleza soñados a través de la publicidad, de las grandes industrias mundiales de la cosmética y la estética, imponiendo una forma de ser frente al cuerpo, ocasionando graves distorsiones en la forma de vernos coexistir con ello, que muchas veces lo negamos, lo violentamos y lo sometemos a la homogeneización de la estética que nos venden de manera constante e intrusiva. 

La cosificación de los cuerpos en una sociedad altamente violenta, individualista, materialista y gordofóbica, es un problema de salud pública que afecta directamente la percepción que se tiene del espacio que habitas desde tu corporeidad. La diversidad corporal es un asunto individual y autónomo, un derecho de habitar nuestros cuerpos de manera libre y sin prejuicios, por lo tanto, se exige respeto y un grado de conciencia social y humana hacia la valía de cada persona. 

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