La gastrodiplomacia se enmarca en el campo de la diplomacia cultural, siendo una herramienta para promover las relaciones internacionales mediante el uso de la comida, ya sea a través del intercambio de conocimientos culinarios, la celebración de eventos gastronómicos y de actividades que fomenten la comprensión intercultural y la promoción de la cocina nacional en el extranjero, entre otras muchas posibilidades.
En la Grecia antigua, Aristóteles planteaba que las comidas colectivas ayudaban a establecer vínculos de solidaridad, similares a los familiares, lo cual podía ser muy funcional al congregar embajadores de ciudades rivales. En nuestros días, Hillary Clinton, en su rol como Secretaria de Estado de los Estados Unidos, planteaba que “la comida es la más antigua herramienta diplomática”.
Casi que intuitivamente sabemos que una buena comida “suaviza” las voluntades y, por lo general, ambienta canales de comunicación directa. Las reuniones de trabajo que involucran comidas pueden generar una relación de confianza o mejoran el ambiente cuando hay una jornada prolongada.
En escenarios diplomáticos, compartir la comida puede ayudar a fortalecer vínculos, relaciones más sólidas, incluso ayudar a promover la paz y la cooperación internacional.
En el contexto colombiano, hay muchas oportunidades para promover nuestro país en el extranjero destacando la gastronomía de diversas regiones.
Podemos hablar de cómo se ha superado la violencia en Meta con el plato macaranense, un experimento local que hace un homenaje a Caño Cristales incorporando comida con diferentes colores; también se puede narrar la riqueza de nuestra biodiversidad con la gastronomía del pacífico chocoano, donde se entremezcla la selva y el mar; es viable mostrar la resiliencia de nuestros pueblos al exponer la comida de la Guajira, donde se mezcla la adaptación al entorno con la tenacidad de sus pobladores para cultivar la tierra a pesar de las largas temporadas secas.
La gastrodiplomacia también se relaciona con el denominado poder blando (soft power), es decir, la habilidad para persuadir sin recurrir al uso de la fuerza, la coacción o favores económicos.
De esta manera, la comida ayuda al entendimiento mutuo, mueve emociones y pasiones que pueden predisponer favorablemente un acuerdo, ciertamente se trata de una herramienta que puede ser usada de muchas maneras en las relaciones diplomáticas.