
Recientemente el Foro Económico Mundial registró como una de las preocupaciones más relevantes para el 2024 las fallas en la transmisión de la información (misinformation) y la desinformación (disinformation). Vale la pena analizar la gravedad de estos fenómenos en nuestro contexto regional.
Para empezar, debemos diferenciar entre los errores en la comunicación que se generan sin la intención de engañar (misinformation), de las acciones deliberadas para esparcir información falsa con la intención de manipular (desinformation).
En el siglo XX, gracias a reflexiones de intelectuales como el norteamericano Noam Chomsky, se discutía sobre cómo los medios de comunicación limitaban o sesgaban la información en función a la pauta. En el ámbito de Colombia el debate suele discurrir en el poder de los dueños de los medios de comunicación.
Entonces, en nuestro contexto regional es común que los medios de comunicación convencionales profundicen en algunos temas y se silencien otros, por la conveniencia de intereses políticos y económicos; si bien esto es algo frecuente y ya reconocido por muchos, en la actualidad retoma importancia cuestionar el impacto que estos fenómenos tienen en cómo funcionan las sociedades democráticas.
Si bien hoy hay más acceso a la información que en décadas pasadas, la educación de muchos segmentos de la población sigue siendo deficiente y los medios de comunicación tradicionales “abusan” de la “ignorancia” en lugar de ayudar a “combatirla”.
Esta situación también agrava la forma en la que se desarrollan los debates democráticos, ya que, para empezar, son cada vez más limitados y reducidos, adicionalmente, la segmentación de la población, cada vez más sofisticada (gracias a las oportunidades que tenemos para analizar grandes cantidades de información con minería de datos, entre otras herramientas, véase el caso de Cambridge Analytica), permite que se entreguen mensajes casi singularizados en función a características de personalidad, creencias, prejuicios, sesgos e ideologías, logrando altos niveles de persuasión mediante mensajes con una carga emocional muy potente.
Pero hoy tenemos más retos frente a la desinformación, por ejemplo, es sabido que se han imitado voces de candidatos a cargos de elección popular con el uso de inteligencia artificial, una práctica evidentemente engañosa para situar a alguien en un espectro ideológico al que no corresponde o simplemente para mostrarlo como inconveniente.