Para los católicos es fundamental recordar el natalicio y celebrar la vida de Jesús en esta época. Además, tanto para creyentes como para no creyentes, este es un periodo de reflexión, balance y planeación; se cierran ciclos y se proyecta el futuro, al menos para muchos en un corto plazo.
Según la explicación del antropólogo Juan Gabriel Tirado, los solsticios y equinoccios han representado momentos sagrados en el devenir circular del tiempo desde tiempos inmemoriales; de acuerdo a la tradición de los Mayas el solsticio de invierno (21 y 22 de diciembre) da inicio a un periodo de cinco días de descanso del Sol, el Wayeb Cósmico, marcando días de reflexión e introspección.
Es posible que muchas personas reflexionen en este tiempo por la dinámica misma de la vida laboral que establece un periodo vacacional o de descanso, es decir, puede que la introspección en algunos sea “obligada” o más o menos “consciente”.
De esta manera, la reflexión sobre la vida (tanto individual como comunitaria) puede darse de manera “automática” por los ciclos laborales y de descanso, sin embargo, también puede ocurrir tomando conciencia de los ciclos cósmicos o sagrados, reconocidos desde tiempos ancestrales y se rememoran mediante rituales y oraciones.
Para esta temporada vale la pena reflexionar y apostar a que la introspección nos conduzca a buscar cambios profundos en la sociedad, trascendiendo de las ideas “automáticas” hacia acciones gregarias y solidarias.