Colombia -con todas sus bellezas naturales- está siendo proyectada en los rascacielos del mundo y se aprovecha la ocasión para invitar a invertir, comprar, quedarse, intercambiar, crear, emprender, innovar y vivirla…
Eso es lo que todos queremos que se sepa en cada habitante de la tierra; a pesar de ser una nación en ebullición, dolores, guerras, pobreza y polarizados, lo que no descarta que muchos de los sectores productivos sean positivos, arraigados y muy visionarios para avanzar…
Ya nos quedan 25 días del 2023 y la verdad es que anhelamos que se vaya -con lo bueno y lo malo que sucedió en todos los niveles y golpeando a todos- y que llegue uno nuevo, con todos sus bemoles, con nuevas actitudes, con nuevas formas de reaccionar, con no inmiscuirse en las sabias decisiones de las Corte (por ejemplo de la JEP), no tener injerencia en temas personales o de familiares y dejar que los medios de comunicación cumplamos con la tarea de informar y no bajo presiones, acuerdos, pautas, compromisos y arreglos para que podamos seguir, bajo ciertas lupas.
«Tras de cotudos con paperas” reza el dicho popular y no es que neguemos la necesidad de cambios, de ajustes, de modernizar y potenciar la vida, pero no a o en las volandas, con argumentos que dan risa, que por pregonar por el universo se descuida la vecindad, la casa propia y ya aprendieron que jugando con palabras retruécanos y buenos diseñadores y creativos todo pasa para su beneficio.
Lo que no podemos es dejar seguir en sus bandazos, con ésa serie de anuncios, medidas, decretos y disposiciones por sobre las disposiciones, leyes y amenazando con las internacionales para, por una supuesta autonomía, por intereses ganar adeptos y seguidores, que saldrán a las plazas públicas a enfrentarse a un no sé qué, por un ni se sabrá y hasta defendiendo unas causas que sólo llega a los que son aduladores (como ya lo hemos aludido en estos pregones) y sucumbiendo a jugadas de quienes no fueron capaces de lograr una reforma a la salud sobre la mesa, con argumentos, sino a punta de componendas y que no pueden repetirse en las anunciadas para las próximas legislaturas.
Debates con altura a las decisiones estructurales no es con jugaditas o goles que salen a celebrar con nombramientos, colapsando lo que tiene reconocimiento internacional y buscando pasar a la historia como sus autores en la decadencia, crisis, manipulación de licitaciones o tratar de justificar que esos son los argumentos sólidos para ir arrasando, con las entidades y con su transparencia.
Que no vayamos a tener sorpresas con la llegada de nuevos mandatarios, sus equipos de ejecutivos, con sus contratistas y con quienes van a ser los ejércitos de las administraciones, pues desde el primer día de aceptar sus funciones que tengan la entereza de decirle a sus comunidades cómo es que reciben sus despachos, sus entidades y sus recursos. Ya pasados y justificados meses no se podrá retroceder y dar soluciones.
Acá no es de seguirnos azotando por unos u otros, por hacerse pasito con quienes les ayudaron en sus campañas y es que pasan los días y de los resultados de los llamados empalmes, parece que todo bien, a lo “Pibe”, pero que luego vendrán las garroteras.
No más incoherencias, por tapar deficiencias, que desde lo nacional, se vayan escalando a lo regional y llegando a lo local para que podamos darnos gobernabilidad para y entre todos, no pidiendo permisos a extraños que son los que ponen leyes a sus gustos y luego se desaparecen.
Llega la noche de velitas o luces, que sean las que nos den las guías y no azotarnos y agotarnos.
Por: Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez. @ricardocipago