El concepto de fluidez, en el marco de la creatividad, fue popularizado por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi (1934-2021), se refiere a la experimentación de un sentido de energía y enfoque intensos que permite a las personas inmersiones en el desarrollo de actividades con concentración y disfrute.
De esta manera, es viable pensar en la fluidez que necesitamos para ser creativos y superar historias y lógicas violentas; superando la regla del “ojo por ojo”, la no-violencia requiere la aplicación de formas de pensar diferentes.
Para lograr la fluidez en el tiempo presente puede resultar una buena idea superar el pasado, no necesariamente perdonando mediante el otorgamiento de impunidad, discurso dicotómico que hemos comprado muy fácilmente, pero sí poniendo el foco en el futuro y en lo que podemos lograr pacíficamente.
En el campo de la política necesitamos mucha creatividad para superar las dinámicas clientelistas enquistadas en nuestro ADN, posiblemente desde el Frente Nacional, incluso desde mucho antes. Se requiere superar el cansancio y el tedio que tienen muchos ciudadanos al suponer que la política la hace una élite única. Por eso no debería ser sorpresa que resurja la figura del outsider, aquel que parece venir “de afuera”.
En este orden, la polarización, en el marco del debate y las discusiones democráticas, no es algo malo en sí mismo; el problema está en la falta de creatividad para debatir y abrirnos a la posibilidad de pensar diferente si los argumentos de otros se reconocen como válidos.
De esta manera, la creatividad nos puede llevar a repensar nuestro futuro sin temor a experimentar ideas novedosas, o recombinando ideas antiguas para lograr superar el pasado.