Parece que, para muchos ciudadanos, no solo de Boyacá, sino de Colombia, fue una sorpresa la elección del nuevo alcalde de Tunja, Mikhail Krasnov. Las razones son sencillas, el ruso no era el candidato del cacique político, Carlos Amaya. Por otra parte, no hizo una campaña rimbombante. De hecho, no vi ni siquiera una valla publicitaria con su nombre, tampoco tenía invadido este periódico de publicidad política pagada. Además de ello, rompió con el prejuicio que se tiene del boyacense, esto es, que es regionalista.
Me he dado a la tarea de preguntarles a muchos ciudadanos y ciudadanas sobre la campaña del nuevo burgomaestre. Hay quienes me han contado que Mikhail Krasnov, caminó las calles hablando de sus propuestas. Así mismo, que los encuentros que hacía eran espontáneos, es decir, no estaban planeados por ciudadanos presionados a invitar a personas a reuniones políticas, como sí sucede en otros casos.
Ahora bien, creo que hay que preguntarse, ¿qué significa la elección de este nuevo alcalde? Desde esta columna se plantea que es un símbolo, es decir, una forma de decirle al cacique político, Carlos Amaya, que no tiene el poder absoluto sobre la política boyacense. De igual manera, es un símbolo de esperanza en la capital del departamento, a saber, que su ciudadanía es libre-pensante y poco susceptible a las artimañas clientelistas ya conocidas. También creo que es un atributo de inteligencia ciudadana, puesto que al revisar las propuestas de Mikhail Krasnov, es evidente que son acordes con las necesidades de la ciudad.
Por ejemplo, se pretende reactivar el empleo en la ciudad con el tesoro ultra-enterrado y escondido que tiene la urbe: el turismo arquitectónico religioso e histórico. Según El Espectador, en su sección de Redacción política, “las líneas estratégicas clave del docente ruso es el turismo. En este campo, propone formular una política pública funcional del turismo, recuperar el centro histórico de Tunja (apuntándole a consolidarla como ciudad-museo), promover el turismo religioso y gestionar recursos para la construcción de un parque de diversiones “de nivel internacional”.
Ojalá que el nuevo líder de la capital boyacense logre llevar a feliz término sus propuestas, y “devolverle a la ciudadanía la confianza en lo político”, tal como él lo ha dicho reiterativamente en entrevistas. Por otra parte, ojalá que consiga apoyarse en un equipo libre, académico y con capacidad de ejecución, hábil para trabajar en pro de la ciudad y de promover una clase política que no quiera trabajar en lo público para enriquecerse con el erario.