Las cartas quedaron sobre la mesa y el pueblo en una cifra muy discreta acudió a las urnas para elegir 1.102 alcaldes, 32 gobernadores, 418 diputados de asambleas departamentales, 12.072 concejales y 6.513 ediles de juntas administradoras locales; aunque por diversas circunstancias, y en especial las de el orden público, el clima, el desgano y otros factores no en todas las zonas del país se cumplió a cabalidad la jornada, ni se alcanzó el objetivo de manera exacta como en otras oportunidades.
Detrás de miles de campañas hubo complejas estructuras, y por supuesto como sucede en todos los campos en unas más que en otras, donde se utilizó una serie de elementos clave, acometidos en conjunto para promover la abrumadora cifra de candidatos de diversas corrientes políticas, edades, etnias y procedencias.
Los equipos se organizaron alrededor de un grupo de personas encargadas de planificar, establecer y ejecutar la campaña y casi en todas se incluyeron en estos esquemas a estrategas políticos, asesores, especialistas en marketing y comunicación, coordinadores de eventos, grupo de avanzada, expertos en sistemas bodegas y redes sociales, logísticos y coordinadores de sedes, entre otros, según los recursos o el favoritismo de los candidatos, y muchos trabajaron “al fiado” esperando la recompensa luego en los contratos.
En el financiamiento, las campañas políticas requirieron de recursos físicos y financieros para funcionar y ésto contempló fondos para publicidad, eventos, viajes, personal, habilitación de sedes, refrigerios y producciones, entre muchos otros gastos.
El soporte económico provino de donaciones de personas a motu proprio, organizaciones, e incluso del propio candidato, aunque en casos puntuales ya todos sabemos de donde salieron los dineros de algunas campañas; otro de los tantos “secretos a gritos” de este país del “Sagrado Corazón”.
Muy importante fueron las estrategias de comunicación y de los expertos en esta área y muy influyentes para definir la cercanía del candidato con el electorado a través de discursos, entrevistas, anuncios publicitarios, presencia en redes sociales, debates y otras metodologías comunicacionales.
La investigación y el análisis hecho por algunos estrategas fue muy importante, porque permitió hacer un cotejo detallado de la demografía, las tendencias y los problemas locales que fueron relevantes para los votantes y ayudó a que muchas campañas se centrarán en los temas que más le importan a la comunidad, asunto determinante a la hora de marcar a solas la X en el tarjetón.
Como ha sido costumbre hubo mucha circulación de volantes, afiches, pancartas, camisetas, cachuchas, almanaques, banderas, vallas y otra docena de elementos publicitarios, que pusieron en aprietos a los dueños de talleres de impresión quienes no daban abasto para cumplir a quienes contrataron sus servicios o el caso de otros publicistas e impresores que invirtieron de sus propias arcas a la espera de poder recuperar luego con ganancias, si es que los elegidos les cumplen con el «contratico».
Los sucesos inesperados, como siempre, estuvieron a la orden del día, por lo que los equipos de campaña salieron a manejar situaciones de crisis y responder, unos de manera certera, dada la trayectoria y experiencia de sus asesores y otros de forma torpe y apresurada como reflejo de la falta de conocimiento de sus cuerpos directivos o de aquellos que le hablaron al oído al candidato y creen saberselas todas, cuando ni siquiera han sido capaces de sacar con éxito una piñata.
Aunque la ley ordena el cumplimiento legal y ético de las campañas y se sabe que todos deben acatar las regulaciones legales que rigen las contribuciones, el gasto y la transparencia para garantizar cruzadas de manera éticas y justas, en muchos casos volvieron a hacer carrera las viejas mañas como la compra de votos, dineros cuestionados, trasteo de electores, cédulas habilitadas para ejercer el derecho a elegir de personas fallecidas, funcionarios públicos rotados en sus cargos para hacer política y qué decir de los cerebros tras los escritorios, direccionando la contratación para obtener caudales de votación en beneficio de su candidato y en fin… lo que hace tantos años ha sido costumbre y por supuesto en esta oportunidad se repitió como la retahíla de la lora.
A medida que iba subiendo el termómetro se monitorearon las encuestas y demás indicadores para evaluar el progreso y ajustar la estrategia según fuera necesario, pero aquí también brillaron por su ausencia los calificados expertos, porque fueron muy pocas las campañas que contaron con profesionales de comprobado recorrido en este campo y eso fue también el determinante de triunfos y derrotas.
El día de las elecciones demandó un trabajo enorme en la logística, alimentación, refrigerios, vehículos para la movilización de electores y voluntarios en la función de supervisar los centros de votación y asegurarse que todo se desarrollara sin mayores alteraciones.
La jornada de comicios es la más estresante de toda la campaña, porque el cuándo y cómo se afrontó la correría, fue el detonante del triunfo o el fracaso y las malas estrategias en manos de inexpertos pudieron haber mandado al traste la victoria de muchos y por efecto carambola subir a los que no creían que iban a llegar victoriosos.
Es importante destacar que el éxito de una contienda política depende de varios factores, incluidos el carisma del candidato, sus antecedentes, de quien esté acompañado, la efectividad de la estrategia de comunicación y la garantía de las respuestas, y aunque en esta oportunidad había rostros muy llamativos con Photoshop y otras ayuditas, a profusos aspirantes no les alcanzó para conseguir el favor del electorado.
Lo aquí expuesto se dio en muchas de las campañas, por no decir en su mayoría y la manera como se abordó cada uno de los temas mencionados por los personajes que estuvieron al frente de estos procesos, fue el factor concluyente para la obtención de los resultados que durante estos días se seguirán confrontando por parte de la Registraduría.
Ahora bien, luego de las elecciones del día de ayer, el destino de las campañas políticas que dependen únicamente del efecto en las urnas pueden tomar varios rumbos.
Si el candidato ganó la elección, el equipo de campaña suele desempeñar un papel importante en la transición hacia el cargo electo. Ayudan a planificar la toma de posesión, a establecer la agenda inicial y a preparar la transición del poder, más conocida como empalme.
Aquí es importante señalar que no siempre el jefe de empalme de cada área es el elegido para suceder al saliente funcionario en el cargo porque recuerden que… “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida” …
Para el caso de los derrotados, el equipo de campaña puede llevar a cabo un proceso de cierre y esto implica la liquidación de cuentas, el agradecimiento a los seguidores y la evaluación de lo que funcionó en la campaña y lo que fue tóxico para la misma.
Muchos optarán por la participación en política continua, que no es otra cosa que la decisión de los miembros del equipo para continuar trabajando con habilidad, ya sea en posiciones gubernamentales, como asesores políticos o en organizaciones sin fines de lucro que aboguen por causas similares.
Tanto, si el candidato ganó como si perdió, es importante analizar ¿qué funcionó y qué no en la campaña? y eso puede ayudar a ajustar estrategias y tácticas para futuras elecciones y aunque casi todos los perdedores aseguran que ya no volverán a meterse en política, no es cierto, porque ese bicho es una adicción muy difícil de controlar por lo que pronto, muy pronto regresaran al ruedo.
Es común que los candidatos agradezcan a sus partidarios y voluntarios por su apoyo a través de discursos, mensajes en redes sociales, vallas o eventos de gratitud donde se reconoce públicamente a los simpatizantes, reuniones masivas a las que llegan, como siempre, los oportunistas a decir que respaldaron esas toldas, cuando se sabe que nunca estuvieron al lado del candidato.
Después de las elecciones, las campañas tienen obligaciones legales con las autoridades electorales, como la presentación de informes de gastos y donaciones. La rendición de cuentas de los candidatos después de las elecciones es un aspecto crucial para la integridad democrática y la transparencia en el proceso político.
Sin embargo, en este tema son muchos los balances maquillados que se presentan, por lo que históricamente han salido mal parados o salpicados algunos líderes que hoy están respondiendo, ya sea con cárcel o investigaciones ante la justicia colombiana.
El informe de gastos es una obligación legal y los mismos incluyen la lista de todas las contribuciones recibidas y los gastos realizados durante la campaña, documento clave para determinar que las finanzas se hayan manejado de manera ética y correcta.
Los ganadores y perdedores, todos deben cumplir con las regulaciones y leyes electorales establecidas por las autoridades y esto incluye límites de contribuciones, restricciones sobre fuentes de financiamiento y otras disposiciones lógicas destinadas a garantizar la equidad y la transparencia en el proceso electoral.
Varias campañas continuarán participando en las comunidades, ya sea a través de iniciativas de servicio corporativo o apoyo a organizaciones locales; muchas de ellas se robustecerán con el tiempo, lo que las convertirá en favoritas para las próximas contiendas.
Si el candidato proyecta postularse nuevamente a futuro, la colectividad comienza a planificar su estrategia para la siguiente disputa electoral, por eso hay muchos que conservan sus frases y eslogan para materializarlas luego en el segundo y hasta en el tercer intento.
Es importante recordar que una campaña política no solo se trata del resultado de una elección, sino también del impacto que tiene en el colectivo y en las personas involucradas en el proceso, ya que ofrece oportunidades de aprendizaje y crecimiento, independientemente del resultado final.
Aquí, como siempre, se presentan dos escenarios fundamentales, tanto para vencedores como para vencidos:
Para el ganador es el inicio de armar el rompecabezas que determina donde se pone la ficha en cada espacio, a qué partido corresponde esa papeleta, por quién está respaldada para cumplir con las promesas y los pactos a los que hayan llegado con los partidos aliados, cuál efectivo o no es el recomendado de X o Y político, pero muy pocos son los que establecen realmente una lista técnica de ejecutivos experimentados y competentes apartados del favor político, razón por la que algunos ordenadores del gasto duran apenas meses en sus cargos y tienen que ser removidos de inmediato para que no le haga daño a la imagen del gobernante.
Un representativo número de los que no serán convocados a los pocos escaños públicos, se convertirán desde muy temprano en ácidos enemigos de los elegidos y su amor se transformará rápidamente en odio, e incluso algunos aplicarán las malas mañas aprendidas en campaña en cuanto a la manipulación de la inteligencia artificial, ensambladuras en memes y cuanta cosa más se han inventado; estrategias que, a propósito, fue la constante en este tomentoso pulso que acaba de concluir.
No todo ha terminado y aún hace falta mucha tela por contar en este escenario de las cuentas, de los elegidos para ocupar los cargos, las escogencias de operadores y ONG´s que serán, unas creadas ágilmente, y varias desaparecidas fulminantemente, la estructura de los gabinetes municipales y departamentales, las alianzas políticas y la creación de coaliciones y otro tanto de acciones más que no les permitirá a los electos dirigentes, disfrutar de unas merecidas vacaciones.
En el campo de la construcción de los planes de desarrollo y la planeación, algunos capos designados llegarán con ganas de acabar empresas y organizaciones con las que no simpatizan o se negaron a dar recursos para sus campañas; no obstante, al enfrentar la realidad se darán cuenta que no podrán hacer todo lo que se les viene a la cabeza o lo que les dicen al oído sus hábiles asesores, porque una cosa son los sueños, quimeras, utopías y sentimientos revanchistas y otra muy diferente es lo que, en ley, se puede o no se puede hacer. Muchos y en especial los acalorados novatos no entienden que «es mejor llevar la fiesta en paz» y lo que está bien hecho se debe dejar quieto, y mejor aún promoverlo a escenarios de progreso colectivo.
Abogados, juristas y tinterillos al servicio de la oposición preparan, desde ya, las demandas y querellas de inhabilidades de varios de los electos para presentarlas en los estrados judiciales, con la aspiración a que la ley determine la nulidad de su elección, escenario en el que se mueven con mucha habilidad algunos personajes responsables de tumbar a quienes llegan con bombos y platillos a los despachos oficiales.
Comienza otro pulso entre aspirantes a cargos públicos, opositores, patriarcas estatales, concejales, diputados, ediles, gamonales de provincia, inversionistas de campañas, grupos de trabajo de los ahora elegidos, gerentes de colectividades y en general entre todos los que arrancan hoy la carrera en su aspiración a obtener una o varias de las codiciadas sillas del poder público, bien sea para ellos o para sus recomendados.
Inicia pues la trillada “gabinetología” y los escándalos mediáticos de inhabilidades que serán caldo de cultivo para los contenidos y especulaciones de los próximos meses en los cafetines, corrillos, plazoletas públicas, en los medios de comunicación y en las ahora confusas, encubiertas y maniobradas redes sociales.
Adiós horrible noche y bienvenido el tempestuoso día.