Hace pocos meses compré una sombrilla verde, pequeña y cómoda de transportar. Con el clima que vivimos últimamente, en el que no se sabe si habrá sol o lluvia, es mejor llevar siempre consigo un paraguas. Me sentía contento y satisfecho con mi sombrilla. Un día, de repente, aun cuando la tarde gozaba de un sol potente y con la capacidad de calentar los fríos cuerpos que caminan en las montañas del altiplano cundiboyacense, empezó a llover sin tregua alguna
Yo me sentí tranquilo, con la seguridad de quien tiene una sombrilla. La usé y no llegué empapado a mi destino. Contento la puse a secar en un patio, las gotas desaparecieron de su superficie. Después me dispuse a guardarla, pero no cerraba correctamente. Ignorantemente le hice fuerza, no funcionaba. No deseaba comprar otra sombrilla, tampoco quería botarla. No me resignaba a convertir mi paraguas en basura.
En mi casa me dijeron, “no hay nada que hacer, es mejor que compré otra sombrilla”. Aguardé unos días. Decidí ir al centro de Tunja y recurrir a la sabiduría de la gente sencilla que trabaja en los puestos ambulantes. En ellos encontraría una respuesta. Su creatividad para sobrevivir cada día con los avatares propios de una sociedad clasista y desigual les ha franqueado una forma de imaginación que les ha permitido arreglar y reparar objetos una y otra vez.
Me hablaron de un restaurador de sombrillas, Antonio Parada, que tiene su local en el Centro Comercial Champion. Encontré a don Antonio. Le pregunté con incredulidad si le era posible arreglar mi sombrilla verde. La revisó y me pidió que pasara en una hora. Así fue. Cuando regresé, el paraguas estaba en perfectas condiciones.
El señor Parada me habló sobre cómo reparar las cosas es hacerle trampa al sistema consumista en el que vivimos. También me dijo que, hay cosas a las que se les puede dar más vidas de las que los empresarios disponen. Su experiencia le ha permitido arreglar muchas cosas, entre ellas, monturas, relojes, pulsos, hebillas, parlantes, radios, memorias USB, y todo lo que llega a sus manos.
Don Antonio me hizo pensar en lo necesario de su oficio. Esta época en la que el mundo ya no tiene más espacio para seguir acumulando basura es insostenible, por tanto, la lógica del reparar es un verdadero reciclaje. A veces nos engañamos al creer que contribuir al reciclaje es solamente separar los desechos. También hay otras formas de hacerlo, como restaurar, dado que, reciclar es realmente convertir esa palabra en obra, es decir, cuando le posibilitamos a un objeto volver a un ciclo.