Todos necesitamos transformarnos en mejores personas y ayudarle a los demás a lograr lo mismo. Un nuevo libro de Fernando Baena Vejarano ha sido lanzado en la biblioteca de los Fundadores del Gimnasio Moderno de Bogotá, el pasado 28 de septiembre, que es de gran interés para educadores, padres de familia y promotores del desarrollo humano.
En el conversatorio que tuvieron el autor con el rector del colegio Tilatá, Juan Sebastián Hoyos, quedó claro que el futuro de la educación será la incorporación de las prácticas educativas a la concepción ampliada, integradora, incluyente y profundamente valorativa -a la vez que no relativista- del pensamiento integrador.
Autores como Ken Wilber y Robert Graves han propuesto (y bautizado con metáforas cromáticas, colores) un modelo evolutivo que catapultaría en el siglo XXI no solo un mundo más próspero sino ecosocialmente sostenible, en el que todas las inteligencias, en todas las modalidades y áreas de la realidad, serán potenciadas en el estudiante del futuro, y en el ser humano, desde la cuna hasta la tumba.
Los descubrimientos están ahí, para elevar a estados de conciencia superior en niveles de desarrollo más elevados los planes de estudio, los enfoques formativos, el aprendizaje experiencial, y la educación que no solo alfabetice, instruya, y forme tanto al agente educador como al estudiante, sino que los transforme a ambos. No todo es desarrollar capacidades intelectuales, informáticas, bilinguísticas, tecnológicas y profesionales.
Un mundo en crisis nos indica un grave defecto del que somos responsables todos. Reconocer lo obtusa que ha sido la filosofía de la educación es el primer paso para diseñar, implementar, evaluar y aprender a potenciar las inteligencias emocional, intrapersonal, interpersonal, interobjetiva e intraobjetiva; personal, colectiva existencial, ética y espiritual (o transpersonal).
Sin una educación así, seguiremos dando vueltas en círculos como un Hamster en su jaula, preguntándonos por qué no logramos convivir en paz, prosperidad y fraternidad o echándole la culpa a la “malvada naturaleza humana” o a justificaciones parcializadas, para no aceptar que no estamos usando lo suficiente nuestros recursos económicos, tiempo y energía a la reeducación, como sí lo han hecho las hoy grandes potencias que se levantaron de la miseria desde la segunda mitad del siglo XXI.
Pero tampoco ha sido suficiente lo que hicieron esos países, concientes del valor de la educación para la planeación de un futuro mejor. Llegaron a un nivel de desarrollo que se llama “naranja”, que está bien para haber superado los así llamados niveles “ambar”, “rojo”, magenta”, “infrarojo”, según la metateoría integral. Se encuentran estancados y confusos en el “verde”, que no presenta un horizonte diáfano sobre el sentido y el modo de proceder transformativo del acto educativo. Les falta avanzar al “esmeralda”, al “turquesa” y a otros más.
Las ciencias de la educación están desactualizadas. Tanto como lo estaría una biología que no supiese actualmente que existe el ADN. Ya se tiene un mapa completo del potencial del ser humano, pero las prácticas educativas siguen identificando estar a la delantera con desarrollo cognitivo , innovaciones sobre objetos en vez de transformaciones del sujeto, y formación profesional para el mundo laboral.
Ante la desbordante presencia de las inteligencias artificiales que todo lo investigan, redactan y diseñan; ante la omnipresencia de la información, la instrucción y la videocultura de masas, gracias a los aportes de la sicología evolutiva y la sicología transpersonal, resulta imposible no necesitar, no prever ni no prescribir un cambio inmediato en las prácticas educativas. La meta de la educación se redefine. La robótica y la bioingeniería genética hacen impredecible el futuro y obsoleto el concepto de perfil profesional y laboral.
Ya no se reduce el acto educativo al acto cognitivo. Las ciencias sociales y las fenomenologías de la conciencia superior muestran un horizonte nuevo para el encuentro potenciador-potenciable, que reemplazará el anticuado concepto de profesor-estudiante.
El conversatorio del lanzamiento puede verse en https://www.youtube.com/live/cy9BVTDxcGU?si=Relgnefrgt4LYWCL
Biografía:
Fernando Baena Vejarano. Maestría en Creación Literaria , Universidad Central, Bogotá, 2016. Pregrado en Filosofía, Universidad Javeriana, Bogotá, 1987. Asesor educativo, profesor universitario y escolar. Asesor de proyectos pedagógicos, facilitador experto en desarrollo personal (Sicoterapia integradora, Magister). Ensayista, novelista, cuentista, poeta. Profesor de Meditación Transpersonal. Premio taller de escritores de novela corta, del FCE, 2013. Premio nacional de poesía de la Casa de Poesía Silva, 2023. 28 libros publicados. Contacto [email protected]
Los escritores interesados en participar en este espacio dominical, deben enviar sus trabajos a nombre del escritor, Fabio José Saavedra Corredor, al correo: [email protected].
La extensión del trabajo no debe exceder una cuartilla en fuente Arial 12. El tema es libre y se debe incluir adicionalmente una biografía básica (un párrafo) del autor.
Los criterios de selección estarán basados en la creatividad e innovación temática, el valor literario, redacción y manejo del lenguaje y aporte de este a la cultural regional.
Todos los domingos serán de Cuento y poesía, porque siempre hay algo que contar.