
Colombia, imitando a los Estados Modernos, se caracteriza por representar a los ciudadanos y por proveerles un número de derechos que posibilitan alcanzar la plenitud de vida. Cuando se lee la Constitución Política de Colombia, se podría llegar a pensar que en este país las personas tienen garantizados los derechos. Sin embargo, cuando se escuchan las noticias, o se lee la prensa, o se va a un hospital, o se va a los barrios más empobrecidos, es evidente que lo escrito allí es todavía letra muerta y que los derechos no son todavía una realidad. Ahora bien, si la Constitución es la Carta Magna, es decir, el libro que guía la vida política del país y esta no se respeta, sería necesario preguntarse, ¿cuáles son las causas para que esto suceda? ¿Será el miedo lo que no les impide a los ciudadanos hacer valer los derechos contemplados en la Constitución?
En el documento Basta ya (2013), se ha hecho énfasis en que el miedo entorpece: “El miedo, mecanismo defensivo eficaz, se convierte en una emoción paralizante y mortificadora que impide que algunas personas puedan adelantar actividades esenciales para desarrollar sus vidas, como salir de sus hogares, caminar por el campo, reunirse con sus amistades”. (p. 263). El miedo obstruye la movilidad necesaria para ejercer la vida ciudadana, e imposibilita para hacer las cosas más sencillas de la vida cotidiana, como, por ejemplo, hacer valer sus derechos.
Un caso que también serviría para ilustrar este miedo paralizante que no permite que se defiendan los derechos, es el del Conflicto Armado, que todavía en muchos lugares del país no se ha superado. Durante más de sesenta años se han cometido toda clase de violación a los Derechos Humanos y a la dignidad de las personas, dejando así más de nueve millones de víctimas. La Constitución dice que garantiza una vida digna a todos los ciudadanos, entonces, si el ciudadano no ha hecho valer este principio, es porque tiene miedo:
El clima de terror que los actores armados instalaron en muchas regiones del país con acciones como las masacres, las torturas, las desapariciones forzadas, los asesinatos colectivos, la violencia sexual o los reclutamientos ilícitos llevó a que las personas experimentaran sensaciones permanentes de amenaza y vulnerabilidad. (Basta ya, 2013. p. 263).
En Colombia el clima de terror hace olvidar que el Estado prometió una vida digna, una nación donde se podría vivir según los parámetros del respeto a la vida por encima de todas las situaciones. Todos los colombianos no han sufrido la crueldad de la guerra, no directamente, pero quienes no la han sufrido también se han llenado de miedo y de terror. Los medios de comunicación también han sembrado miedo y terror, en vez de reflexión y esperanza. Todos estos sentimientos hicieron que el país se llenara de odio, y no pensara que a quienes se le vulneraban los derechos no necesitaban venganza, sino reparación, verdad, reconciliación y no repetición.
En Colombia se han de buscar estrategias para que las personas puedan reconciliarse y dejar de vivir en el miedo, pues si el miedo es lo que impera en la vida de la gente, la sociedad no podrá salir adelante. Además de ello, ese miedo también se convirtió en un negocio, pues era la manera de respaldar la guerra, y “una sociedad donde se explota al prójimo para conseguir una ganancia económica en tiempos de crisis no es una buena sociedad. Sandel, M. (2011, p. 16).
Referencias
Grupo de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad informe general. Bogotá́: Centro Nacional de Memoria Histórica.
Sandel, M. (2011). Justicia ¿Hacemos lo que debemos? Bogotá: Debate.
Sandel, M., & Campos, J. P. (2011). Justicia ¿Hacemos lo que debemos? Bogotá: Debate.