En la antesala de una nueva era electoral, los candidatos a alcaldías y gobernaciones encaran un reto primordial: afrontar las complejas necesidades de nuestras regiones con recursos limitados.
Los desafíos que enfrentamos trascienden las fronteras de ciudades, municipios y departamentos. Temas como la producción y venta de alimentos, el abastecimiento de agua, el turismo, el medio ambiente, la economía circular, la gestión de residuos sólidos, la transición energética, la conectividad y accesibilidad en términos de movilidad tanto intraurbana como interregional, la paz, la seguridad, la vivienda inclusiva y de calidad en áreas rurales, el empleo, el desarrollo económico equitativo y la justicia social, entre otros, impactan el desarrollo de la región. Estos asuntos requieren del esfuerzo conjunto de múltiples actores.
En su mayoría, estos temas no pueden ser resueltos por los municipios o los departamentos de manera aislada, pero tampoco por el Estado nacional, que es demasiado grande para abordar cuestiones que requieren atención específica. Esta situación hace que sea esencial la colaboración territorial, especialmente a través de las regiones. Estas son subdivisiones geográficas dentro del país, conformadas por departamentos, que comparten ciertas características culturales, económicas, geográficas y políticas que las distinguen del resto del territorio.
El éxito de los líderes electos ya no se medirá solo por la gestión en sus respectivos territorios, sino por su capacidad para unirse a iniciativas regionales que beneficien a un mayor número de personas. Por ejemplo, la mejora de la calidad del aire en una ciudad puede tener un efecto positivo en toda la región, generando una experiencia exitosa que puede ser replicada. Del mismo modo, la mejora del transporte y la movilidad en un lugar tendrá un impacto más allá de sus límites geográficos, aumentando la calidad de vida en la región. La protección de ecosistemas como los páramos no solo beneficia a una zona, sino que también garantiza el abastecimiento de agua en todo el país.
La eficiencia en el desempeño de sus funciones, la planificación estratégica y la promoción del desarrollo a nivel regional son esenciales y no pueden ser pasados por alto en la gestión de los líderes locales. En este contexto, es fundamental resaltar la Región Administrativa y de Planificación (RAP-E), creada en 2014, que engloba a Boyacá, Cundinamarca, Huila, Meta, Tolima y el Distrito Capital de Bogotá. La inclusión de la capital subraya su singularidad y responsabilidad. La RAP-E se ha establecido con el propósito primordial de articular el desarrollo económico, social y ambiental de sus territorios asociados.
Como entidad supradepartamental, la RAP-E impulsa la descentralización y la asociatividad como medios efectivos para abordar la inequidad y promover el progreso. A través de la planificación estratégica y la colaboración en la gestión, la RAP-E trabaja incansablemente para coordinar planes que involucren a todos sus territorios asociados.
El futuro de nuestras regiones depende de la unidad y la colaboración de quienes tienen el poder de liderar el cambio. Juntos, como gobernantes y ciudadanos comprometidos, podemos crear un tejido de desarrollo regional equitativo y sostenible que beneficie a todos. Es el momento de actuar con determinación y visión.