Cada loro en su estaca – José Ricardo Bautista Pamplona #ColumnistaInvitado

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Este es uno de los dichos populares que más se aproxima a la realidad y que manda un mensaje claro y directo para que las personas entiendan, de una vez por todas, que cada quien debe estar donde le corresponde según sus conocimientos, experiencia y experticia.

Los roles y las funciones son elementos fundamentales en cualquier organización, ya sea en el ámbito laboral, social o familiar, y su importancia radica en varios aspectos clave que son el detonante de resultados, ya sean negativos o positivos, dependiendo de cómo se hagan las cosas.

Los roles determinan comandos serenos en la clasificación de programas, proyectos y actividades por cuanto proporcionan una distribución clara y definida en cualquier grupo y esto, por supuesto, ayuda a evitar la confusión sobre quién es garante de qué labor o decisión.

Cuando “cada loro está en su estaca” se logra la eficiencia y productividad, por cuanto al asumir oficios específicos, se puede aprovechar al máximo las habilidades y conocimientos de cada individuo y esto promueve la especialización y la eficiencia en la cristalización de propósitos.

El respeto por los oficios, trayectoria, experiencia y conocimientos del otro nos facilita la claridad en las expectativas y nos orienta a definir ocupaciones y clarifica la confianza para cada miembro del conjunto, evitando malentendidos y conflictos sobre quién debería estar haciendo qué, cuándo y a qué hora.

La distribución de cometidos permite definir los compromisos de manera equitativa y acorde con las capacidades y habilidades de cada persona y ésto proporciona un ambiente de convivencia más equitativo y armonioso, ese que es tan necesario a la hora de emprender cualquier proyecto, por difícil que parezca.

La definición de las responsabilidades de cada quien genera motivación y satisfacción profesional porque cuando las personas tienen encomiendas que se alinean con sus fortalezas y habilidades, tienden a sentirse más estimuladas y satisfechas en su trabajo, incluso en otras actividades, aumentando notoriamente la maximización del talento y la creatividad.

La coordinación y colaboración son elementos esenciales a la hora de emprender sueños mancomunados y los adeudos de cargos bien definidos facilitan la ayuda entre los miembros de un equipo, porque cada uno sabe qué se espera de él y cómo su conocimiento contribuye al objetivo común, aun cuando para todos es bien sabido que hay unos que rinden al 100 y otros con uno y hasta dos ceros a la derecha menos.

En todo grupo, laboral, familiar, o social, el desarrollo de habilidades y crecimiento personal es vital y asignar o asumir relaciones concretas brinda la oportunidad de desplegar y mejorar las destrezas en áreas particulares; con ésto se fomenta el crecimiento profesional y humano, logrando también que todos se proyecten luego a otros escenarios de escalamiento permanente.

De ahí que en muchas empresas el portero, que sin descuidar sus ocupaciones estudió una carrera profesional con juicio y sacrificio, ha llegado a ser gerente; lo mismo ha ocurrido con los mensajeros convertidos luego en capos de las organizaciones.

Las personas en su gran mayoría tienden a presentar rechazo a la adaptabilidad y flexibilidad, toda vez que las ocupaciones pueden cambiar con el tiempo, según las necesidades y circunstancias y si ésto se toma con calma y acatamiento, permite acondicionarse a nuevos contextos y desafíos.

Por último, es muy importante la responsabilidad y rendición de cuentas, porque asumir compromisos también implica establecer expectativas de rendimiento, en el entendido que cada quien debe responder por lo que hizo o dejó de hacer, según lo planeado y acordado.

No se entiende para qué se reúnen las personas en algunos pesados círculos donde se dice de todo, se chacharea, alucina y fanfarronea, pero no se concluye nada; costumbre muy peligrosa en cualquier colectividad porque además de perder el tiempo se alista el camino seguro hacia el fracaso.

El mal y desgastado hábito de exigir y manotear ya hace parte del pasado, porque ahora y con la llegada de nuevas dinámicas y tecnologías, cada quien debe asumir sus adeudos con decisión y coraje y si no lo hace, hay muchos más ofreciendo el mismo servicio, e incluso por los canales digitales donde ahora se encuentran tutoriales para todo.

Trabajar por resultados es una filosofía laboral que se centra en medir el desempeño y el éxito en función de los logros concretos y tangibles que se producen como consecuencia del débito realizado, ésto quiere decir que lo que ahora se conoce como entregables es la mejor opción para que una persona prodigue a la empresa o entidad el producto que la misma necesita y para lo cual fue llamado.

Esta aproximación tiene varias ventajas y beneficios porque finalmente lo que toda institución o contratante necesita son derivaciones del esfuerzo magnificado en el cumplimiento de metas y objetivos. que a la postre son por los que se mide la efectividad de cualquier funcionario, ya sea del sector público, mixto y privado, eso sí, cuando cada quien está donde debe estar según su perfil, conocimiento y comprobados resultados.

De nada sirve llegar muy puntuales y pasar el día sin mostrar derivaciones de su permanencia en el lugar, porque hay quienes llegan a las 8.00 en punto de la mañana, encienden el computador y de inmediato inician el juego al solitario, hacen llamadas telefónicas con amigos y familiares, practican el cotorreo, desarrollan sus habilidades motrices de «punto y cadeneta», mientras que otros, por el contrario, llegan a evaluar las tareas, dan continuidad a trabajos pendientes, llaman, redactan, planean, estructuran y al final del día celebran con la satisfacción del deber cumplido, el fruto de su ético esfuerzo.

Ahora bien, si miramos la otra cara de la moneda, recordemos que en toda organización hay expertos en las disculpas; para ellos todo es imposible, ponen obstáculos, buscan el choque permanente para dividir y vencer, irrespetan, difaman y matonean y eso ocurre con frecuencia con aquellos que no muestran resultados y buscan cualquier excusa para justificar su ineptitud y mediocridad.

El anodino salta de rama en rama, torpedea, confunde, improvisa, evade, irrespeta y miente con tal facilidad que su capacidad de falsedad termina por convencerlo así mismo, por eso es muy común verlos pasar de victimario a víctima y hacer creer que todos están en su contra y que son víctimas de atropello, persecución, acoso y hostigamiento.

Pero no se puede desconocer que en muchas ocasiones los astutos negligentes parecen no tener estaca y por eso tintinean de aquí para allí de manera intermitente, incomodando a los que están en su espacio haciendo lo que les toca.

A manera de ejemplo podemos comparar las acciones de las personas en una entidad con la complejidad de un reloj que puede llegar a tener más de 100 piezas: el dial o esfera, el bisel, la caja, el cristal, la corona, las manecillas, los marcadores, los pulsadores y en fin… un número de componentes todos importantes para que finalmente el aparato dé con exactitud la hora. Pero, ¿qué tal que todos fueran manecillas y marcadores o no se articularan todas sus partes para dar el resultado final?

Así mismo sucede en una organización donde cada pieza del reloj es muy importante para que tan solo al levantar la vista o la mano nos encontremos con la hora estricta.

Lo mismo ocurre en el área de la construcción: Hidráulicos, calculistas, ingenieros, arquitectos, electricistas, enchapadores, financieros, contadores, administrativos, soldadores y ebanistas entre muchos otros expertos, hacen parte en la consolidación de un gran edificio, pero no todos pueden ser arquitectos o ebanistas porque si así fuera la obra no tendría más que planos, diseños y ventanas.

Tener a cada quien donde pertenece, es entonces la manera precisa de organizar, orientar y dirigir un grupo para que las actividades se desarrollen sin mayores contratiempos, haciendo justicia con el adagio popular “cada loro en su estaca” que nos enseña a entender que cada quien debe ocupar el lugar que le corresponde.

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