Trasgrediendo todos los límites de un mandatario, reconocido por la democracia, se ocupa de denigrar de su país -que prometió cambiar-, deja por el piso las intenciones del futuro de potenciales inversionistas, se atrinchera en convocar a protestas sociales para demostrar que tiene un supuesto respaldo popular (‘el constituyente primario’), pero de soluciones y acciones poco, nada, cada vez peor, hasta el punto de que en el entorno mundial ya nos miran con preocupación y hasta con consideración.
Estamos frenados a la fuerza de un lenguaje que dice ser del común, que se convierte en la mejor estrategia de encender las emociones, polarizar y atizar en los municipios y regiones, a las puertas de las más importantes elecciones para una sociedad, que de verdad espera que no estén preocupados por, en comunicados, de no poder permitir más escándalos mediáticos… en vez de estar preocupados y ejerciendo su dignidad, con ajustes institucionales internos y con tareas.
Pareciera que no hay preocupación por los problemas que se agudizaron por inventos, mentiras, palabras sueltas como que “me dicen, me insinúan, me presionan, me dejaron impuesto”, para zafarse de las responsabilidades y de seguro se lo hemos escuchado a quienes ya se van de los cargos o a quienes se lo están calentando a sus candidatos para seguir con la hegemonía que atacaron, con la que llegaron al poder y quieren volver, con la desvergüenza de salir a más promesas e ilusiones.
Con sectarismos de seguro saldrán a celebrar sus logros de aduladores, de revolver los hechos históricos (que no estamos promulgando se desconozcan, sino que se conozcan a fondo) para no seguir en la estupidez rampante de idolatrar a quien sobre el erario hace y deshace a sus anchas.
Peticiones absurdas de la mal utilizada geopolítica de un jefe de Estado, que luego entronizan, adoptan y utilizan los de cualquier punto del país, como sus herramientas de combate en los manidos discursos para tratar de justificar volver a esos “serenos” (porteros nocturnos de la época del siglo XVIII) que utilizando los tradicionales “pitos” se fueron traduciendo o convirtiendo en injustificadas expresiones como: “bledos” (plata rastrera o acelga/nada o muy poco nada-insignificantes-), “rábanos” (raíz comestible), “cominos” (grano comestible/condimento) o hasta llegar a utilizar palabrejas en foros diciendo “me resbala”; bocinas en vehículos, pepinos, y para no pensar que se le chipoteó con el ánimo vulgar y coloquial del pene… Así ¿equivocados quiénes?
Y se va convirtiendo en la forma de enviar mensajes erróneos, de imponer su estilo, de generar temor y de olvidarnos de lo que nos debe preocupar para trasladarnos a una orilla que nos puede dejar sin rumbos, sin caminos, desperdigando odios, señalamientos, estigmatizaciones demenciales.
De un gobierno de turno, que sin ningún rubor defiende y se apersona, sin hacerlo por los problemas internos primero (vernos la viga en el ojo propio) en lo nacional, desde donde se debe dar ejemplo.
Pregonamos porque o nos preocupamos de verdad, por lo que viene pasando y va a seguir pasando, o llegaremos al lamentable momento en el que nos importará muy poco o nada la suerte que vamos a tener que padecer, atrincherados con medios propios, a la medida de sus intereses –no de todos- y con la gravedad que se van multiplicando en sus formatos, libretos y maneras de gobernar.
Lo que hemos tenido no ha sido perfecto o bueno, lo de hoy tampoco, pero lo que viene tiene a favor que dependerá de lo que hagamos bien, entre razones objetivas y precisas, no impuestas.
* Por: Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez. @ricardocipago