
Se acabaron las épocas en que un beso robado podía ser considerado romántico, inocente y tierno. Sin consentimiento expreso cualquier intento de acercamiento sensual puede ser tomado como una agresión de tipo sexual.
Y cómo para todo hay celebración, cada 6 de julio se celebra el día internacional del beso robado, que ha pretendido ser romantizado durante décadas y siglos pero que en la actualidad, casi en cualquier contexto, puede ser visto como una forma de acoso o como un acto violento contra la persona que lo recibe si esta no ha dado su consentimiento para hacerlo.
El debate que se ha suscitado en torno al beso que le propinó en la celebración del triunfo del campeonato mundial de fútbol femenino, Luis Rubiales, presidente de la Federación Española a la futbolista Jenni Hermoso, lo tiene en la palestra pública y ha puesto sobre la mesa diferentes opiniones y posiciones sobre este tema.
A pesar de que aparentemente se trató de un gesto inocentemente emotivo, de un impulso por la incontenible euforia que por supuesto genera un triunfo de esta magnitud, lo cierto que es en estos tiempos ya no resulta permisible un paso en falso en manifestaciones que puedan ser interpretadas como de acoso o violencia de género.
Un beso en la boca debe ser consentido por la connotación que tiene en nuestras culturas este acercamiento. Amnistía Internacional, el movimiento que hace presencia en más de 150 países en defensa de los derechos humanos, ha dicho que:
“Es muy necesario desmontar lo que se conoce como ‘cultura de la violación’, que normaliza e incluso justifica la violencia sexual, incluida la violación, en nuestras sociedades. Tener claro lo que significa el consentimiento sexual puede ayudar a prevenir violaciones y otros delitos sexuales. (…) hay muchas concepciones erróneas y estereotipos de género sobre lo que constituye violencia sexual y sobre lo que significa mantener relaciones sexuales con consentimiento. (…) debemos hablar claro: cuando se trata de sexo, el consentimiento lo es todo y no hay zonas grises.”
No hay zonas grises. Es si o no. Punto. Y si es sí, tiene que ser tan claro y contundente que no admita duda alguna.
Es que ni siquiera en relaciones de pareja estables o de convivencia, se permite un acercamiento sin consentimiento. No puede entenderse o concluirse que porque ayer quise hoy quiero de nuevo. No puede interpretarse que porque no dije no, la respuesta era sí.
Cuando se está en una situación de acercamiento sensual, la consigna a cumplir sin excepciones debe ser que si hay duda sobre el consentimiento se debe parar y preguntar, y si la duda persiste se debe detener. De ninguna manera puede haber un beso, una caricia, un roce, un acto sexual ni mucho menos una relación sexual, sin el previo consentimiento de la otra persona. Si no hay claridad en cuanto al consentimiento debe suspenderse de inmediato la intención de acercamiento.
El género masculino debe despojarse ya (como ha venido sucediendo con gran parte de hombres aunque lastimosamente no todos, ni siquiera pensaría que la mayoría), de esas ideas machistas, dominantes, patriarcales, que lo ponen en un nivel superior al de la mujer, desde donde se le ve a ella como un ser que no se autodetermina y se le cosifica desde el punto de vista sexual.
Si bien algunos hombres son absolutamente respetuosos, los hay también aún como Rubiales, muchos de ellos muy encorbatados y en altas posiciones de poder, que ven a las mujeres como objetos sexuales y no se esfuerzan por controlar sus primitivos impulsos.
Bienvenidas pues las sanciones legales y sociales que devienen en justas y necesarias en todos esos casos donde de manera abusiva se tiene un acercamiento de índole sensorial, sensual o sexual con quien no lo ha consentido. Bienvenida la extinción del beso robado.