
Antes del Internet ya existían los amores por correspondencia, las relaciones a distancia y una gran diversidad de formas y modelos de compromiso con cuerpos separados en espacios lejanos. Si bien eso es cierto, el distanciamiento físico obligatorio durante la pandemia y, por otra parte, la proliferación de plataformas y aplicaciones que parecen facilitar los encuentros, son fenómenos que pueden poner a muchos a reflexiones sobre la naturaleza de las relaciones humanas.
Mientras para algunos hay mucho de romanticismo en las relaciones a distancia, digamos que por ser más centradas en “el intelecto” o en “los valores” compartidos, y menos en el “contacto físico”, para otros es un absurdo que raya con lo enfermizo.
Durante la pandemia algunas familias sufrieron por la obligatoriedad de compartir “más de la cuenta” y otras parejas padecieron el tener que estar separadas sin desearlo. Se vivieron casos de violencia doméstica por el “excesivo” contacto y problemas de tristeza y depresión frente a la soledad.
Al ser animales gregarios parece indispensable la convivencia, pero también es importante contar con un tiempo para nosotros mismos, para tener un adecuado balance en nuestro desarrollo humano.
En la novela utópica de B.F. Skinner, titulada Walden Dos, donde una sociedad se rige por los principios del conductismo, se propone que cada persona tenga un espacio habitacional independiente, incluso al tener una pareja estable, como quien dice, que cada quien duerma en su propio cuarto.
No es muy claro qué tanto hay de egolatría cuando enaltecemos un amor a distancia, o, por el contrario, baja autoestima al aceptar una condición extraña, si fuera el caso que se piense que otra atracción es imposible.
Ahora tenemos una gran variedad de páginas web, plataformas y aplicaciones que facilitan conversaciones, citas y encuentros; desde una perspectiva pesimista la virtualidad puede desdibujar las relaciones presenciales (reales) y desde una optimista puede facilitarlas.
Aunque esa aparente facilitación también tiene complejidades; puede ocurrir que se caiga en riesgos altos y relaciones peligrosas, aunque también en charlas sosas y monótonas donde se padece la repetición de discursos y sitios comunes.
En un capítulo de la serie Black Mirror, de Netflix, titulado Hang the DJ (temporada 4), las personas se conectan a un simulador para determinar cuál es su pareja ideal, en escenarios que simulan citas mediante tecnologías como la inteligencia artificial y el machine learning, con un nivel de predictibilidad que garantiza el 99,8% de precisión. En este escenario distópico, las parejas ya no tendrían la necesidad de tener citas presenciales porque una máquina les dice quién es su pareja ideal.
Así suene poco romántico, la realidad es que siempre va a resultar mejor aprender a relacionarnos humanamente por ensayo y error, en lugar de creer en un ideal de quien no está presente físicamente y que idealizamos, y, por supuesto, en lugar de delegar nuestras decisiones a un algoritmo.