
Cuentan los abuelos que, en las primeras décadas del siglo pasado, el Gobierno nacional envió a un ingeniero a Labranzagrande para que realizara el trazado de lo que iba a ser la vía al llano entre Sogamoso y Yopal.
Según las consejas, el ingeniero fue muy bien recibido por la comunidad, que en ese momento celebraba las fiestas patronales, y lo invitaron a participar de las festividades. En la noche, en medio de una parranda y tras ingerir bebidas embriagantes, el enviado del Gobierno sintió la necesidad de orinar y, al no encontrar otro lugar, vació su vejiga en plena plaza principal del municipio.
Lo que no sabía el ingeniero de marras es que en Labranzagrande existía una norma que prohibía orinar en la plaza principal, so pena de ir a parar a la cárcel. Las autoridades sorprendieron al visitante y, a pesar de ser un invitado especial, fue encarcelado hasta el otro día, según lo imponía la ley local.
A la mañana siguiente el ingeniero fue puesto en libertad, pero el mal ya estaba hecho: dolido por haber sido apresado y todavía en medio de la resaca, el funcionario del Gobierno nacional decidió que la vía al llano no pasaría por Labranzagrande, sino por Pajarito.
Leyenda o realidad, lo cierto es que muchos creen que lo que empezó con una orinada terminó con una … embarrada.